Al eliminar la garrapata no deje restos
Entre los distintos tipos de ácaros, quizá, los más famosos son las garrapatas; unos parásitos de mamíferos y aves que han adaptado su aparato bucal para fijarse a la piel de sus víctimas como huéspedes y succionar la sangre con la que se alimentan. Las garrapatas pasan el día ocultas en las fisuras de los habitáculos de los animales domésticos, o en las ramas de los árboles, desde donde saltan cuando pasa algún mamífero por debajo. Lo primero que hacen es picar, después se fijan a la piel de las víctimas. Pero al margen de la picadura, y de la posible infección secundaria que provocan, estos animales pueden transmitir también al ser humano varias enfermedades, entre las que cabe destacar, por su importancia en Andalucía, la Fiebre Exantemática Mediterránea y la Recurrente. Cuando se ha estado en zonas de densa vegetación, o cuando se ha mantenido contacto con animales domésticos, conviene, como medida precautoria, inspeccionarse el cuerpo, en especial aquellas partes en las que más abunda el bello o el pelo. Esta medida es sobre todo para que no se agarren a la piel y se fijen en ella, ya que difícilmente podremos evitar que nos contacten con nuestro cuerpo. Una vez eliminada la garrapata, el enrojecimiento de la piel no suele durar más de un par de días. Precisamente, eliminarla es lo más difícil. Nunca se debe proceder contra ella bruscamente, pues pueden quedar restos de su cabeza incrustados en la piel. Se aconseja cubrirla con una sustancia grasa, que le obstruya los orificios respiratorios y, de este modo, se vea obligada a despegarse. Asimismo se recomienda evitar su aplastamiento sobre la piel pues puede provocar infecciones. Por último, en las personas que son especialmente sensibles a las picaduras de estos ácaros, o alérgicas a ellos, su picadura puede ser más seria y provocarles fiebre. En ese caso, lo mejor es ir al médico.
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