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Punter y Pérez

PACO MARISCAL El obispo de Tortosa, Gaspar Punter, fue sin duda un hombre eficaz y contundente. En 1586 visita uno de los pueblos de su demarcación diocesana, Vilafamés; descubre goteras en la techumbre del templo parroquial de la villa, y amenaza a los jurados de la población con la excomunión si en el plazo de dos meses no está reparado el tejado de la iglesia. Con fecha 30 de octubre de dicho año escribe al pie de la letra: Item mana a dits jurats sots pena de excomunió que dins dos mesos fassen recorrer lo terrat de la sglesia de modo que no sploga. Todo un ejemplo de conservación del patrimonio histórico, y los ejemplos suelen tener mayor validez que las palabras sutiles. La iglesia por la que se preocupaba el obispo Punter era y es un templo pequeño, con una sola nave de base irregular. La levantaron el siglo XIII los repobladores cristianos sobre rocas rodenas y junto al castillo cimero de Vilafamés. Casi con toda seguridad estaba dedicado a la advocación de Santa María, aunque al hacerse cargo de la iglesia el siglo XVII la Confraria de la Sang vino a denominarse popularmente L"Esglèsia de la Sang. Por entonces los servicios litúrgicos ya tenían lugar en la nueva iglesia parroquial, la actual de trazado renacentista y sillares rodenos. Las iglesias, las adecentadas ruinas del castillo, las pinturas rupestres, las empinadas callejuelas, la piedra rodena, el peculiar Museo de Arte Contemporáneo y el paisaje agreste de las montañas sobre el que se dibuja la silueta del pueblo, constituyen el patrimonio de cuantos se acercan a Vilafamés para disfrutar de un retazo clásico de las tierras valencianas del secano. Sin embargo L"Esglèsia de la Sang no se puede visitar, ni se pueden celebrar en ella oficios litúrgicos, ni pueden tener lugar entre sus gruesos y ruinosos muros conciertos de música clásica. La primitiva parroquia del pueblo se cae. Apuntalaron la techumbre hace poco, pero el edificio sigue siendo una ruina. Necesita una intervención inmediata para que se conserve como patrimonio de todos, como lo conservaba el obispo tortosino Punter y los piadosos vecinos del pueblo en la Edad Media. Y lo peor es que ya hay unas cantidades dispuestas a tal efecto, son unos 15 millones de pesetas que esperan agilidad burocrática y eficacia en los trámites de la Consejería de Cultura. Y en su lugar se encuentran con la ineficiencia y lentitud en redactar proyectos técnicos, cuya realización es urgente, necesaria e imprescindible. L"Esglèsia de la Sang no tiene la complejidad arquitectónica y las dimensiones de San Pedro de Roma o de la catedral de Reims; sus retablos barrocos, sus pinturas, sus muros de mampostería, su techumbre con una sola vertiente o agua peligran, una fuerte tromba que descarguen las nubes o un persistente aguacero otoñal pueden dar al traste con mucha historia y paisaje patrimonial. Que hay restauraciones y reparaciones que se necesitan rápidas, lo sabía el obispo Gaspar Punter cuando amenazaba con apartar de la comunión de los fieles y del uso de los sacramentos a los jurados de la villa si no solucionaban el problema de las goteras. Ignoramos qué sanción en el orden religioso o en el orden civil podría ser eficaz hoy en día para que Carmen Pérez, Directora General del Patrimonio, agilizara los trámites y los proyectos técnicos en la lenta máquina burocrática de la Consejería de Cultura. El mitrado tortosino les puso a los responsables del XVII un plazo de dos meses.

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