Chicarrón surafricano

De todas las actuaciones que este verano han teñido el cielo de la capital de buena música, tal vez haya sido la de este chicarrón surafricano la más completa, entretenida e interesante. Clegg presentó en Madrid su nuevo proyecto, Juluka, tras la disolución de aquel con el que se diera a conocer durante la década pasada, Savuka. La diferencia estriba en que la dirección es esta vez colegiada junto a su amigo Sipho Mchuno, con el que empezó a tocar en 1969. Ambos y el numeroso combo que les acompañaba ofrecieron una vibrante actuación en la que se intenta hacer nadar en las aguas del pop los ritmos y melodías de la etnia zulú. En su disco de presentación, Crocodile Love, este intento de combinación llega hasta el coqueteo con el hip hop. Sin renunciar a las danzas tribales, Clegg mostró un estado de forma y una voz envidiables, aparte del arrope constante de la formación al completo cantando como los ángeles.

En cuanto a los temas primó la energía y las ganas de mover al escaso público, objetivo que se consiguió por cierto en casi todo el concierto y, especialmente, en Tatazela y en el número de despedida, Dela, una canción que bien podría competir en las discotecas de todo el mundo. Tampoco faltó la balada Asimbonanga, que abriera a Clegg las puertas de las listas de éxito de Occidente.