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Copa de letras

Jesús Ventura, más conocido como el Brujo, ha sido marinero de mostrador por los bares del Sur; te pone una cerveza y de da una lección de geografía. El humo de la pipa del Corto Maltés es la estela de los viajes por un mapa donde aparecen la Guayana Holandesa, la Guayana Francesa y la Guayana Pendeja. "El Corto Maltés era un aventurero y un bar siempre es una aventura", dice Antonio García, uno de los socios de este bar situado en la Alameda de Hércules. Antonio, 37 años, también tiene su cuota de aventuras: antes de abrir este local, probó fortuna en un bar de Amsterdam y en otro de Legazpi, a la vera del legendario mercado madrileño. Corto Maltés es el antihéroe creado por Hugo Pratt(1927-1995)Un ídolo del cómic, hijo de un lobo de mar de Cornualles y una gitana andaluza. Tiene su santuario en la Alameda, en la que han florecido bares que tienen un denominador común: se llaman como obras literarias, aunque muy distinta ha sido la génesis. Alfredo Tudury, 33 años, es uno de los dos socios de El barón rampante. El verdadero adorador de Italo Calvino es su socio, Juan Rus, 31 años. "Descubrí a Calvino porque estaba en la lista negra del colegio del Opus en el que estudié". Asistió al seminario de literatura fantástica que el escritor italiano impartió con Borges en Sevilla en 1984. "El nombre no me parecía apropiado, pero me daba igual", dice Juan Rus, "porque los bares no funcionan por el nombre. Los grupos de música derrochan todo su talento en el nombre y se quedan sin talento para la música". No sólo se leyeron el libro de Calvino, sino los dos títulos que completan la trilogía calvinista: El vizconde demediado y El caballero inexistente. Han abierto otro bar en la calle Trajano, el Emperador Trajano. "Pensamos elegir otro de los libros de Calvino", dice Tudury, "pero ya sería rizar el rizo. Tenemos un barón, un emperador y si abrimos un tercero le pondremos el zar no sé qué. Tampoco se trataba de hacer una especie de peña bética Italo Calvino". Tiempos modernos. Adiós a Casa Juan, Casa Paco o Casa Eulogio. Hay un componente biográfico en la elección de este nombre para el local. "Yo me fui con 14 años de mi casa para darme un garbeo por Europa, pero me quedé en Andorra. Mi padre me decía como el padre del barón rampante cuando éste se subía al árbol: Ya bajarás del árbol. Ni él se bajó ni yo volví a mi casa". Es su socio Juan el que más cultiva la literatura cuando le deja tiempo el asfalto. "Escribo cuentos y he escrito hasta discursos para otros. Tengo fama de tener una imaginación calenturienta y prolífica. Dentro de 50 años seré un gran escritor". El barón rampante se baja de vez en cuando del árbol y se mete en el local adyacente, El bosque animado. Es el más joven de los bares literarios de la Alameda. Sus dos socios, Manolo y Elena, tienen varias cosas en común: eran vecinos de bloque en La Línea de la Concepción, se apuntaron al mismo curso de natación y los dos se licenciaron en Psicología. Comparten este Parnaso anexo a la Casa de las Sirenas. De la novela de Wenceslao Fernández Flórez (1885-1964) quien primero le habló a Manolo fue su abuelo, personaje clave de su historia personal. Nació en la aldea gallega de Valedouro, donde se hicieron reales los viajes imaginarios de Álvaro Cunqueiro. Antes de abrir el local, su nieto estudió Psicología, Pedagogía y teatro en el CAT. Todavía no ha leído la novela homónima que José Luis Cuerda llevó al cine con guión de Rafael Azcona. El local sí es fiel al paisanaje de San Salvador de Cecebre, la aldea en la que transcurre la acción del libro, poblada por "gente honesta que no desdeña ni el vino nuevo ni las costumbres antiguas". La psicología no estorba a quien abre un local de copas. "Igual que los médicos hacen el MIR para terminar la carrera", dice Antonio García, el socio de El Corto Maltés, "un estudiante de Psicología debería tirarse tres meses trabajando en un bar". En este local muy próximo a la mítica plaza de la Mata puede escucharse toda la música independiente que llegue de las múltiples Guayanas que orientan la brújula del local. El Ayuntamiento prohibió las actuaciones. "Confunden la ciudad con un pueblecito fantasma".

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