La compañía La sonrisa de Caín estrena el Centre Coreogràfic
Una gran mano de goma-espuma se movía ayer al antojo de tres bailarinas en el parqué del recientemente inaugurado Centre Coreogràfic de Burjassot. A la mano le acompañaba la planta de un pie, elevada un metro del suelo por una plataforma de hierro. Ambos elementos, junto a la peana sobre la que se asienta en un principio la cálida y plástica mano, forman parte de la escenografía de Hu-mano, el nuevo espectáculo de La sonrisa de Caín. Esta compañía valenciana de danza realizó ayer una breve demostración de esta obra que han estado perfeccionada en el último mes en el Centre Coreogràfic. De hecho, es la primera compañía residente que utiliza las instalaciones creadas por la Consejería de Cultura para perfeccionamiento, aprendizaje e intercambio de experiencias sobre el mundo de la danza. La directora de La sonrisa de Caín, la ilicitana Cristina Andreu, se mostró ayer satisfecha de las seis horas de ensayo diario realizado en el Centre Coreogràfic y de las buenas condiciones de trabajo. Como la gran mayoría de las compañías valencianas, a excepción de la de Vicente Saez o de Ananda Dansa, La sonrisa de Caín no tiene un local propio para ensayar. En consecuencia, preparan sus espectáculos en academias de baile regentadas por amigos o por los propios componentes, con la incomodidad que supone tener que adecuarse a las horas en las que no se imparten clases. No obstante, Cristina Andreu subraya que, a pesar de todo, siempre ha encontrado locales, tanto en la preparación previa de Hu-mano como en la anterior coreografía Multiverso, que ha estrenado en numerosos escenarios nacionales e internacionales. "Las residencias permiten que una compañía investigue sobre su trabajo creativo, en un espacio excepcional como es el de Burjassot, durante unas semanas. El Centre, además de cederles sus instalaciones, les apoya económicamente", comentó ayer la directora general de Promoción Cultural, Museos y Bellas Artes. Esta experiencia estimula la creatividad, facilitando unas buenas condiciones de trabajo, "no sólo a los coreógrafos y bailarines, también a los componentes del equipo técnico", agregó Ciscar, quien estuvo acompañada del director artístico de Teatres de la Generalitat Juan Alfonso Gil Albors y por Inmaculada Gil Lázaro, responsable del Centre. El presupuesto para el próximo año no está cerrado, pero Gil Lázaro ya adelantó un extenso programa para el Centre, en el que se mezclan clases magistrales con residencias de compañías y creación de espectáculos, aunque no se habló de ninguna coproducción de Teatres. Mientras tanto, las tres bailarinas -la propia Cristina Andreu, Isabel Lavella e Inma Ortega- de La sonrisa de Caín continúan perfilando Hu-mano, una coreografía sin hilo narrativo ni teatralidad que busca recrear secuencias con un personaje principal: la cálida mano de goma-espuma que se mueve al antojo de la danza.
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