Tetuaní
Yo soy "tetuaní victorioso", término que acabo de inventarme, según creo, pero que significa natural y vecino de Tetuán de las Victorias, un barrio que resulta difícil no calificar de "entrañable", con todo el rechazo que me produce dicha expresión, de la que tanto abusan los medios en época navideña. Claro que, gracias a Dios, todavía falta un largo trecho para la celebración de esa cuchipanda comercial que en Madrid y por doquier se monta en torno al nacimiento de su Hijo. Como "tetuaní victorioso" puedo participar y participo en los fastos (ahora, en julio, acaban de celebrarse las fiestas) y murrias del distrito. Es lo importante, participar.No hablamos mucho los vecinos contemporáneos de aquellas victorias, la verdad, conseguidas por el Ejército español en tierras africanas, y es que el nombre resultó muy prematuro. ¡Cuánta sangre de nuestros soldaditos anegaría aún y durante muchos años el Tetuán originario y las tierras del Atlas, cuántas derrotas y cuánto dolor aguardaban todavía a este desgarrado país en sus guerras africanas! De hecho, con el devenir del tiempo nos hemos quedado en Tetuán a secas, zona cuyas primeras casas comenzaron a construirse allá por 1860. Por cierto, que el primer tramo se había llamado Mala de Francia, otro nombre pomposo para referirse al servicio de diligencias, no muy rutilante, que por aquella nebulosa primigenia de calle suburbana abandonaba Madrid en ruta hacia el país consignado. Bravo Murillo es, como saben, la arteria principal del barrio, su gran vía, animada siempre, mercantil, nutricia, tabernícola y cada vez más variopinta por lo que se refiere a las etnias que van infiltrándose. Me encanta añadir que la convivencia de estas gentes con los viejos pobladores, "madrileños de toda la vida", es óptima, aunque cualquier regla tenga su excepción.
La vida estalla por doquier, casi siempre jubilosa, y posee epicentros tan característicos como el mercado de Maravillas o el "rastrillo" dominical de la calle del Marqués de Viana, tan amenazado, ¡ay!, por esa feísima y anárquica modernidad urbanística que penetra en el barrio como Pedro por su casa. Pero hoy no tengo ganas de entristecerme, con este calor, de modo que ni mencionaré ciertos temas tan controvertidos como la arrolladora y a la par morosa remodelación de La Ventilla, tiempo habrá. ¡Alegría!, amor al prójimo y su buen chocolatito con churros en El Brillante, El Rubí o cualquiera de los establecimientos más o menos inmortales del distrito. ¡Hombre!, inmortal no hay nadie, ya se sabe, y ni siquiera alcanzó vida perdurable aquel merendero llamado El Canuto, pero sí ingresó en la historia como lugar elegido por los anarquistas Mateo Morral y José Nakens para reunirse la tarde del 31 de mayo de 1906, tras haber arrojado el primero la famosa bomba, primorosamente envuelta en flores, sobre la carroza nupcial de don AlfonsoXIII.
¡Alegría!, insisto, hablemos de las fiestas, que andan, según los cronicones, en su 128ª edición, no está nada mal, aunque Nuestra Señora de las Victorias (llamada por sus fans más provectos "la Morenita de las Victorias") no obtenga, la pobre, la misma cobertura mediática que la Paloma o la Macarena, que hay que ver cómo está promoviendo a ésta don José María Álvarez del Manzano, nuestro alcalde más procesionario de todos los tiempos. Pero, bueno, siempre ha habido pobres. El caso es que "la Morenita" no se achanta, y salió en procesión, muy pinturera, aunque tuvo que conformarse con la señora concejal (qué mal suena) en la presidencia. Ya hay chulapas (¡oh, chulapas tetuanís!) por aquí, y hay que ver cómo movían el solomillo bailando muy castamente con sus hijas en el patio parroquial de la calle de las Azucenas, ornado con farolillos, cadenetas y banderitas muy monas del Ayuntamiento y la Comunidad. Y luego, en la plaza de la Remonta, nos lo pasamos bomba. Por allí ha desfilado de todo, desde la Rondalla de Pensionistas hasta la orquesta Thor y el cantante Charly, muy "salao". Humo, carrusel, decibelios, gitanillas cimbreantes, familias cristianas y comida a manta. La carpa más rutilante era la del PP, se ve que España va bien, y había de todo, desde pan payés y bocatas de panceta (¡qué populares son!) hasta porras, churros rellenos de crema y recubiertos de chocolate, toneladas de entresijos y un inacabable etcétera. IU ofrecía mojito cubano, lógico, y el PSOE, unos minicubatas muy socialdemócratas. Desde el cielo tetuaní la lunita nos miraba enternecida.
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