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Los ferreteros de la cámara submarina

Para Manuel Campillo, el acontecimiento estelar del 16 de julio no fue el concierto de los Rolling Stones. No. Lo más importante fue que vio un caballito de mar, el tercero en sus 15 años de buceo. Con entusiasmo contagioso, Manuel cuenta cómo el caballito estaba sobre un jirón de algas y cómo lo despertó suavemente. Manuel y Aurelia trabajan en equipo. Él hace las fotos y ella, además de ayudarle con las luces, posa (más bien flota) vestida de neopreno junto a peces, medusas y corales. Ya fuera del agua, Aurelia se encarga de "las labores de hormiguita", clasificando y ordenando el material. Y escribe los reportajes. Pero aunque lo parezca no se dedican profesionalmente a la fotografía submarina: "Eso sólo puede hacerlo el fotógrafo del National Geographic. Nosotros nos dejamos dinero en esto". Tienen una ferretería en la barriada malagueña de El Palo, lo que les permite tomar días libres para viajar y sumergirse en aguas lejanas. Han buceado en el Atlántico, el Mediterráneo, el Índico, el Caribe, el Mar Rojo, el Pacífico. En la década de los 80 decidieron que preferían "cazar imágenes" a "cazar peces", y estuvieron acaparando todo tipo de trofeos hasta 1996, año en que dejaron la competición activa. La trastienda de la ferretería está cubierta de fotografías de sus presas, figuras luminosas, llenas de vida, a las que uno se acerca con la sospecha de que van a moverse. Aurelia es geógrafa, pero ha ido aprendiendo biología a medida que se internaba en el mar. "Ahora, cuando veo esta estrella, sé que en ella suele vivir una especie de gamba. Entonces la busco, y a veces aparece", explica. A veces aparecen también animales inesperados, como una vez que, buceando de noche en el Mar Rojo, Aurelia tropezó con la mirada fija de un tiburón enorme. "Me asusté tanto que me subí al barco de un salto, con botellas y todo, y dejé a Manu en el agua, solo y sin luz". El tiburón desapareció. "Los animales no tienen por qué ser peligrosos. Teniéndoles respeto te puedes acercar bastante. Lo que sí es arriesgado es meterse en su territorio sin conocerles". Manuel asiente: "Mira el tiburón-ballena, que parece un submarino y resulta inofensivo". Aurelia remacha: "El peor animal que se encuentra bajo el agua es el hombre". ¿Por qué? Porque pesca indiscriminadamente, en cantidades desproporcionadas y por métodos poco o nada selectivos; porque vierte desechos al mar. "Hay lugares que son verdaderos basureros submarinos: te encuentras lavadoras, bicicletas...Y donde suelen ponerse los pescadores de caña aparecen montañas de botellas de cerveza y latas de atún. Las costas andaluzas se deterioran a gran velocidad". Y hasta que los efectos de la educación ambiental empiecen a notarse, la única solución es "vigilancia y multas a los infractores". Ahora, Manuel y Aurelia proyectan viajar a las Islas Galápagos, "un archipiélago muy especial, porque en él confluyen una corriente cálida y una fría, y hay peces tropicales y pingüinos". Antes del terrible maremoto del pasado viernes, también querían ir a Papúa-Nueva Guinea. Se sienten llenos de energía, pese a que sus compañeros de buceo les llamen abuelitos. "Estamos perfectos. Hacemos ejercicio cada día y aguantamos bajo el mar más que nadie, aun cargando con una cámara que pesa casi siete kilos". Sonríen. Manuel, olvidando por un momento los caballitos de mar, pregunta qué tal estuvieron los Rolling.

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