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GESTIÓN

La familia del bailarín Antonio amenaza con vender su legado al mejor postor

El deseo de Antonio Ruiz, Antonio el Bailarín, siempre fue que su estudio de baile y sus pertenencias se convirtieran en un museo de la danza. En ese sentido se iniciaron conversaciones con el Ministerio de Cultura en vida de este artista, muerto hace dos años. Sus herederos se han dirigido a la Comunidad y al ministerio para que alguna administración se haga cargo del legado de Antonio: un local de 1.500 metros cuadrados con todo tipo de recuerdos de gran valor. Pero dicen que no hay interés por parte de las administraciones y amenazan con venderlo al mejor postor.

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El estudio de Antonio el Bailarín es un antiguo garaje situado en las inmediaciones de la avenida de América. Se trata de un enorme local que fue sede de la compañía de este artista desde el año 1954. Cuenta con un escenario, camerinos, salas de ensayos y todas las pertenencias que Antonio reunió en sus cincuenta años de vida profesional. Cerrado y con cierto olor a humedad, hoy todo se conserva tal y como lo dejó este artista que paseó la danza española por el mundo entero.Los herederos de Antonio son sus dos hermanas y un sobrino. Ellos aseguran que quieren respetar la voluntad de su familiar: conservarlo tal y como está y convertirlo en el museo de la danza. Pero tanto sus herederos como su abogado y albacea, Ramón Ariño, se quejan de la falta de interés que muestran las administraciones por esta herencia. "Parece que no hay predisposición por parte de la Administración a hacer de esto un museo", dice el abogado. Y mientras esperan una contestación de las instituciones públicas, van surgiendo empresarios privados dispuestos a adquirir esta finca con fines especulativos.

Rosa Basante, gerente del Centro de Estudios y Actividades Culturales de la Comunidad, considera que no se ha producido una oferta oficial por parte de la familia de Antonio. "Conocí el estudio de Antonio cuando fui a dar el pésame a sus familiares. Hablé de forma informal y coloquial con la familia sobre él. Lo conveniente en este caso es que la familia se dirija a la Comunidad haciendo una oferta", declara Basante. Y añade: "Todo es susceptible de estudio. Sería cuestión de reunirse y valorar la propuesta".

Sin embargo, los herederos de Antonio aseguran que siempre han recibido la misma respuesta por parte del ministerio y la Comunidad: "Dicen que lo pensarán", apunta Ariño. "Los sucesores tienen un compás de espera y llega un momento que se agota", asegura.

De momento, estos herederos aguardan a que les reciba José Antonio Campos, subdirector de Música del Ministerio de Educación y Cultura. Pero también tienen pendientes varias reuniones con entidades y promotores privados, que están dispuestos a comprar el local. "Hay empresarios que piensan que aquí se podrían hacer apartamentos; aunque por ahora la familia se resiste para mantener la voluntad de Antonio. Lo que pasa es que llega un momento en que no se puede más", expone Ariño. Según este abogado, aún no se ha hablado con ninguna administración sobre condiciones económicas. Sí adelanta que en el caso de tener que venderlo a una persona privada, le pedirían unos 300 millones de pesetas por el contenido y el continente de este legado. "Si se llegara a un acuerdo con una administración esta cantidad sería más baja", afirma Ariño.

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Este periódico no logró ayer que ningún responsable del Ministerio de Cultura expusiera su opinión respecto al futuro del estudio y las pertenencias de Antonio el Bailarín. La primera persona de este organismo que se interesó por la herencia del artista fue Andrés Peláez, director del Centro de Documentación Teatral durante la etapa socialista y hoy director del Museo del Teatro de Mérida. Respecto a este legado, Peláez opina: "Podría ser el principio de la creación de un gran centro de documentación de la danza. Tiene libros, revistas de todo el mundo, anotaciones de toda su vida, que es la historia de la danza española".

"Me parece grave que todo esto se disperse. No sé si lo tendría que comprar la Comunidad, el ministerio o el Ayuntamiento, pero creo que tiene que conservarse, y conservarse todo junto. La dispersión de todo eso sería una calamidad. Su archivo fotográfico y su correspondencia es muy importante. Antonio se carteó con artistas muy destacados de su época", añade Peláez, un especialista en documentación teatral.

Poco antes de morir, Antonio decidió subastar algunas de sus pertenencias, entre ellas un dibujo de Picasso y otro de José Caballero, que adquirió el Ministerio de Cultura en la época de Carmen Alborch como ministra. Poco después, el abogado de Antonio se dirigió a este ministerio para llegar a un trato con la herencia del bailarín. "La Oficina de Operaciones Artísticas vio que el asunto tenía interés y eso le pareció también a la ministra", relata Peláez. Con el cambio de Gobierno, todo quedó sobre la mesa.

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