Un anillo de Picasso y el solideo del Papa
Los 1.500 metros cuadrados del estudio de Antonio dan para mucho. Tiene en su espacio central un escenario que el bailarín mandó construir con las mismas dimensiones que el que tiene el teatro María Guerrero. Era para los ensayos de su compañía, y cuenta con telares y maquinaria como el de cualquier teatro. En torno a él se guarda buena parte de los decorados que se usaron en gran parte de sus montajes.Lo que no tiene cualquier teatro son los camerinos de este estudio. El que usaba Antonio es una especie de suite en la que se conservan cuadros y más cuadros, fotos y más fotos del bailarín. Está también el armario que alberga la gran mayoría del vestuario que lució este artista en sus actuaciones. Y las botas y zapatos con los que tantos aplausos logró levantar.
El suelo está enmoquetado. Menos el de la sala de ensayos, grande con su barra y sus espejos. Carteles y cuadros por todos lados. Sobre todo en la segunda planta, la destinada a despachos y a oficinas. Todas estas dependencias tienen un pequeño balconcito por el que es posible observar lo que pasa en el escenario. En una de las paredes cuelgan, enmarcadas, las portadas de revistas en las que apareció. Y luego está su museo particular. En él se guardan desde un anillo que Pablo Picasso se quitó de la mano para regarlárselo hasta el solideo que le regaló Pío XII con motivo de una actuación en el Vaticano. En unos enormes cuadernos rojos se recoge todo el espacio que le dedicó la prensa. Y todo está prácticamente como él lo dejó.
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