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El fuego del Bages y el Solsonès calcina 17.000 hectáreas y obliga a desalojar a 600 personas

Desde el pasado sábado, el incendio forestal iniciado en la comarca del Bages y que ayer penetró en la del Solsonès, en el corazón de Cataluña, arde descontrolado. Las altas temperaturas, la baja humedad y las rachas de viento de hasta 60 kilómetros por hora -los tres enemigos de los bomberos forestales- se conjuraron ayer para hacer casi inútiles los esfuerzos de los 1.800 bomberos y voluntarios, que con 250 coches-bomba y con 25 aparatos aéreos luchaban denonadamente contra las inmensas llamas. El fuego desbocado había consumido ya a última hora de la tarde de ayer 17.000 hectáreas: 12.000 de frondosos bosques de pino y encinas y 5.000 de cultivos. Las llamas obligaron a desalojar a 600 personas de masías aisladas y de casas de colonias.

Los bomberos y voluntarios no controlaron ayer en ningún momento el fuego. Es el mayor incendio que se ha declarado en España este año y, por las proporciones y condiciones climatológicas, amenaza con parecerse al que en 1994, casi en la la misma zona y en la comarca del Berguedà, arrasó 65.000 hectáreas de bosques y matojos, calcinó a dos personas y quemó numerosas granjas, masías y ganado. El consejero de Gobernación, Xavier Pomés, aseguró ayer que pudo haber "alguna negligencia grave" en el incendio que se desató el domingo en Cardona y añadió que, respecto al fuego de Aguilar de Segarra, se sabe ciertamente que no se debió a ninguna línea eléctrica. El grupo de policía judicial de la Guardia Civil de Manresa investiga las causas de los fuegos y tiene indicios de que pudieron ser intencionados. Para hoy está prevista la llegada de miembros de la Brigada contra Incendios Forestales del Ejército, radicada en Daroca (Zaragoza). Se trata de militares especialistas que actúan muy cerca del fuego y por debajo de las panzas de los hidroaviones que bombardean con agua las llamas. Solidaridad Pomés pidió el domingo ayuda a la Administración central y a Francia. Se necesitaban urgentemente más efectivos aéreos. Madrid y París respondieron de forma automática: Icona envió todos sus hidroaviones Canadair y Francia otros tres hidroaviones. Otra muestra de solidaridad la dieron ayer la Junta de Andalucía, que ha desplazado una avioneta de ataque, y la Comunidad de Madrid, que hoy enviará uno de sus helicópteros. Bomberos de Andorra, de la provincia de Castellón y del Ayuntamiento de Barcelona se han ofrecido para cubrirles las espaldas en emergencias locales a sus colegas, los Bomberos de la Generalitat, para que éstos concentren todos sus hombres y medios en la lucha contra el incendio. Las previsiones no son nada optimistas. "Hoy [por ayer] hemos trabajado para el diablo. No se veía el resultado del trabajo que hacían los aviones desde el cielo y el de los bomberos y voluntarios desde tierra. Tenemos una gran sensación de impotencia. Queremos pensar que si, como está previsto, varían las condiciones atmosféricas y baja el calor y sube la humedad, mañana [por hoy] empezaremos a ver resultados", señaló ayer Pomés. El consejero de Gobernación agradeció la colaboración del Ministerio del Interior y de las comunidades que aportan medidos a la lucha contra el fuego, y la "labor y el apoyo magníficos de los numerosos voluntarios". Después de una noche de intensa lucha por tierra, la flota de 25 aeronaves inició su trabajo. El día se presentaba esperanzador, pero a medida que avanzaba, la esperanza se evaporaba a la misma velocidad que lo hacía el agua que tiraban sobre las llamas aviones y helicópteros. "El capitán francés de los hidros, en 15 años de trabajo contra el fuego, nunca había visto nada parecido: descargaba sus 5.000 litros de agua sobre las llamas y a los 40 segundos el fuego rebrotaba", explicaba desolado un bombero. Los hidroaviones efectuaron una rueda sobre una zona del incendio en la que cada 30 segundos se producía una descarga. Pese a ello, el fuego seguía desbocado. "Era como si sólo le hiciéramos cosquillas", señaló Pomés. El incendio se reprodujo ayer en multitud de puntos y fue especialmente violento en Su, en el norte de Cardona, donde se desalojaron el pueblo y las masías. Después, la alarma llegó a la misma ciudad de Solsona. Los 6.000 vecinos vieron cómo eran rodeados por el incendio, que estaba a sólo tres kilómetros del núcleo urbano. Anoche, el fuego había sobrepasado Solsona y avanzaba con virulencia hacia la comarca de la Noguera. Las llamas arrasaban todo lo que encontraban a su alcance a una velocidad de cuatro kilómetros por hora, en un frente de 25 kilómetros.

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