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El maremoto en Papúa-Nueva Guinea causa la muerte a cerca de 2.000 personas

Los cadáveres encontrados a causa del maremoto que arrasó la costa norte de Papúa-Nueva Guinea el pasado sábado son ya 700 y los desaparecidos superan con creces el millar, según informaron ayer diversas fuentes de los equipos de rescate. Numerosos cuerpos sin vida flotan junto a los restos de los poblados afectados en la costa de la provincia papuana de Sepik Occidental. Entre 6.000 y 10.000 personas han quedado sin hogar debido a una gigantesca ola de 10 metros de altura que penetró hasta dos kilómetros tierra adentro y borró del mapa varias aldeas.

"Hay cadáveres sobre la playa que comienzan a descomponerse por el tórrido calor tropical y otros cuerpos sobre la albufera de Sissano", declaró un colaborador en las tareas de salvamento. Un portavoz de una misión religiosa afirmó que el número de víctimas puede llegar a 2.000. "Los perros están comenzando a devorar los cuerpos", según una religiosa de una misión católica.Ante la falta de féretros, muchos familiares han comenzado a construir tumbas y a sepultar a sus seres queridos con los escombros de sus viviendas, construidas con materiales obtenidos en los bosques. Las olas gigantescas de hasta 10 metros de altura arrasaron por completo un frente de unos treinta kilómetros y destruyeron siete aldeas cerca de Aitapé, una localidad situada a 800 kilómetros al norte de Port Moresby, la capital. La violenta marea fue provocada por un seísmo de 7 grados en la escala de Richter.

"La mayor parte de los supervivientes han huido de la región costera para refugiarse en el interior" ante el temor de que lleguen nuevas olas gigantes,afirmó un portavoz del Ejército australiano, que colabora en las tareas de auxilio. "Oímos un fuerte estruendo, vimos cómo el mar crecía y lo único que pudimos hacer fue correr para salvar nuestras vidas", declaró a la televisión australiana uno de los supervivientes. Algunos quedaron parcialmente enterrados en la arena o flotando agarrados a los restos que cubren ahora el mar.

Una mujer con una pierna rota fue rescatada ayer después de permanecer 18 horas aferrada a una barca. Muchas de las víctimas fueron niños de corta edad. Se estima que unas 10.000 personas vivían en la zona devastada. El primer ministro papuano, Bill Skate, visitó ayer la provincia de Sepik Occidental para valorar los daños. Los muertos y los heridos son trasladados en helicópteros y lanchas rápidas hasta el hospital de Aitapé.

La reina británica Isabel II, que es también soberana de Papúa-Nueva Guinea, ha enviado un mensaje de condolencia al gobernador general que la representa. También el Papa expresó ayer su pesar por lo sucedido en el pequeño territorio insular de la región Asia-Pacífico. El país, de cuatro millones de habitantes y que vive de la agricultura y la minería, obtuvo la independencia en 1975.

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