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Crítica:FESTIVAL DE JAZZ DE VITORIA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Los flamencos rompen fronteras

Como fiel espejo de lo que sucede en el mundo del jazz (o, como mínimo, en una gran parcela de ese complejo e intrincado mundo) el Festival de Jazz de Vitoria abrió sus puertas de par en par al mestizaje en su penúltima sesión. Y los resultados no pudieron ser mejores: impresionante fue la actuación de Carles Benavent y Jorge Pardo zambulléndose una vez más en aguas flamencas e interesante el nuevo acercamiento de McCoy Tyner a la música latina.No era la primera vez que el certamen a la vez dejaba correr por su tarima aires latinos, sin ir más lejos todas las madrugadas están protagonizadas por uno de los mejores grupos de la especialidad: la Fort Apache Band, de Jerry González, aunque en condiciones acústicas y ambientales bastante lamentables (es una pena que músicos de esta categoría tengan que tocar en un lugar infame mientras que en el polideportivo o en el teatro Principal se dispone de todos los avances técnicos).

Primera experiencia

Se trataba, en cambio, de la primera experiencia flamenca en los 22 años de vida del festival. Una primera experiencia convertida en un éxito apabullante. Ver como en plenas bulerías Elena Andújar se marcaba unos espontáneos pasos de baile y el delirio se apoderaba del polideportivo a la vez, tendría que hacer reflexionar a más de uno.Si alguna frontera existía entre el jazz y el flamenco hace ya mucho tiempo que se rompió y se rompió precisamente gracias al empuje de alguno de los integrantes de la superbanda que llenó la noche del viernes.

El saxofonista madrileño Jorge Pardo y el bajista barcelonés Carles Benavent han ido reuniendo con el paso de los años un auténtico todo estrellas de la especialidad: los percusionistas Rubem Dantas y Tino di Geraldo, los guitarristas Agustín Carbonell, El Bola, y Juan Manuel Cañizares y la cantaora Elena Andújar.

Una máquina de crear duende como no hay otra y en Vitoria lo demostraron con una de esas actuaciones que calan hondo, provocan sensación de euforia y acaban, no podría ser de otra manera, en el entusiasmo general.

Los Jazz Flamenco Old Stars de Pardo y Benavent se balancearon entre el flamenco más puro y jondo, el jazz contemporáneo y los ritmos sabrosos herederos directos del calipso. Una actuación contagiosa y cargada de duende que alcanzó su cénit con unas colombianas de cortar la respiración interpretadas a dúo por Cañizares y Benavent.

Definitivamente si en el mundo del jazz tenemos algo para exportar e intercambiar con el resto del mundo eso es el grupo que forman Pardo-Benavent, y negociamos con ventaja.

La nueva experiencia de McCoy Tyner con la música latina no alcanzó, en cambio, el grado de intensidad del grupo ibérico pero convenció por la fuerza de sus individualidades.

Los Latin Old Stars de Tyner son una formación de circunstancias para llenar festivales de verano y, como tal, adolece de todos los defectos de ese tipo de invento: poca cohesión, temas muy manidos y mucho espacio para largos solos que compensen la falta de arreglos. Así fue: cada músico brilló por su cuenta y riesgo y la sensación de grupo brilló por su ausencia. Magníficos solos del trompetista Claudio Roditti, del saxofonista Gary Bartz y del líder. Espectacular el percusionista Giovanni Hidalgo y no muy eficaz esa noche con el trombón, pero sí con las conchas marinas, Steve Turre.

El público fue abandonando el pabellón poco a poco, síntoma de que la cosa no acababa de calar. De haber invertido el orden de actuaciones podía haber sido una noche apoteósica. A la salida lo lógico era seguir buscando un poco de aire latino más coherente en los sótanos del hotel Canciller Ayala donde recalan los hermanos González y sus amigos pero, curiosamente, una boda había cerrado el local y hasta casi las tres de la madrugada no pudieron comenzar a tocar.

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