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Crítica:VERANO MUSICAL EN SEGOVIA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La pedagogía práctica de Víctor Pablo y Palacios

Los conciertos dirigidos a la juventud constituyen hoy un capítulo obligado en los grandes festivales musicales internacionales de verano y el de Segovia mantiene un ciclo importante en el que este año intervienen las orquestas de Castilla y León y la de Tenerife, con sus respectivos titulares Max Bragado y Víctor Pablo.En el último concierto de este tipo, celebrado el viernes en la plaza de San Esteban hecha espacio musical gracias a una eficaz concha acústica, seguimos El pájaro de fuego, de Stravinski, en la nueva vida que le otorga la narración de Carmen Santonja, escritora de finas calidades y gran sentido de la comunicación con el público infantil.

Como Fernando Palacios es un maestro en el dificilísimo arte de la pedagogía práctica, desde que toma la palabra y con lenguaje pulcro y llano habla a pequeños y a grandes, todo deviene en algo sumamente atractivo.

Conciertos en familia

El peculiar público de estos "conciertos en familia" siguió la hora y cuarto de programa sin rechistar, pendiente en cada momento de la historia y atento a una música grande que no tiene para sus oídos sin prejuicios el menor problema.Fue una tarde feliz llevada a cabo con el rigor interpretativo de Víctor Pablo y la formación sinfónica de Tenerife, que han convertido en habitual esta bienhechora tarea formativa, convencidos de que es necesario y urgente plantar los árboles a tiempo, pues el bosque tarda en crecer. Los frutos se ven ya en el interés que despierta esta convocatoria.

El protagonismo de lo joven ha tenido otras muchas manifestaciones en este certamen segoviano. Entre ellas está el concierto que ofreció en La Alhóndiga el pianista José Enrique Bagaría, ganador del primer premio en el último Concurso Infanta Cristina convocado por la Fundación Loewe.

Se trata de una marcada personalidad en la que la intuición individual y el virtuosismo de gran vuelo apuntan hacia un futuro musical que empieza a ser presente. Lo atestiguaron en estos conciertos sus versiones de la Sonata Aurora, de Beethoven o de la Fantasía Bética, de Falla.

En el mismo escenario, Adolfo Núñez y Horacio Vaggione desplegaron la magia sonora de la electroacústica en sus producciones más recientes y en las interpretaciones que hicieron de obras de José Luis Carles, Emiliano del Cerro y el británico Peter Stollery.

La velada propuso un bello e interesante diálogo entre la arquitectura románica que lo circundaba y los logros de la tecnología musical de nuestro tiempo.

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