¿Votar o conducir?
En el Reino Unido, están preparando el Libro Blanco del Transporte, en el que el Gobierno de Blair trata de plantear las ideas básicas para hacer frente a los compromisos derivados de la cumbre de Kyoto, en particular los referidos a la reducción de las emisiones del CO2 , que pasan inevitablemente por reducir el uso del coche privado, con las redes telemáticas como posible y parcial sustituto a la movilidad actual. Con el objeto de conocer las posibilidades que un Gobierno tiene de disuadir a los jóvenes de que adquieran los hábitos del uso del automóvil, el Ministerio de Transportes ha hecho una encuesta, a jóvenes cercanos a los 18 años, preguntándoles por el símbolo que consideraban como más importante de su próxima mayoría de edad. El resultado: 60% poder conducir, 26% consumir bebidas alcohólicas y un modesto 13%, la posibilidad de votar. Impresionados por el resultado, los encuestadores insistieron: si se pudiera elegir entre la posibilidad de conducir o el derecho a votar, ¿que preferiríais? La primera opción ganó por un contundente 76%. Conocedor de estos resultados, desde hace un mes, me he dedicado a poner esta misma pregunta a estudiantes de estas edades de mi entorno, y a pesar de que esta metodología sea más que discutible, sospecho que, aquí y ahora, una encuesta como ésta, posiblemente acabaría dando respuestas no muy diferentes a las obtenidas por los colegas ingleses. Dejo para otros la valoración que para nuestros sistemas políticos pueda significar la baja valoración, entre los jóvenes, del derecho al voto. El dato a retener es que el coche, por cierto la principal causa de mortalidad en este tramo de edad, significa para ellos mucho más que un simple medio de transporte. La posesión y el uso del coche parece que se ha convertido en una motivación de enorme fuerza, que los fabricantes explotan a fondo, ante la condescendencia general, que asume que el incremento de su crecimiento es una indiscutida señal de desarrollo, obviando si éste es o no sostenible. Dejar las fuerzas del mercado libres de toda restricción, hace que mientras la comisaria europea de Medio Ambiente, Ritt Bjerregaard, firma en nombre de la UE una reducción del 8% de las emisiones de CO2 para el 2006, el número de coches siga creciendo, hasta convertirse, previsiblemente para aquella fecha, en el responsable del 40% de las emisiones de este gas del efecto invernadero. Esta contradicción, que hasta ahora hemos minimizado, salta a la cara cuando tomamos conciencia de que tenemos una nueva generación que no aceptará medidas restrictivas contra el coche, a menos que vean de forma muy evidente los beneficios de esta política. Sin embargo, la responsabilidad nunca hay que hacerla recaer sobre los que se incorporan a la sociedad, sino más bien sobre las generaciones que les han marcado el camino. La Comunidad Valenciana es una potencia en fabricación de automóviles y depende en gran parte de la movilidad en forma de turismo, por lo que es impopular e ir a contracorriente plantear la necesidad de controlar el incremento del uso del automóvil. A pesar de ello, desde Kyoto, nadie mínimamente racional y solidario puede llamarse a andana. En nombre de un crecimiento sostenible, hay que esperar que las nuevas generaciones tengan la posibilidad de poder votar democráticamente una ciertas restricciones al derecho a conducir.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.