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Reportaje:

El taller de la vida

Jóvenes disminuidos psíquicos se forjan como diseñadores en una empresa textil de Móstoles

Cindy Crawford y Tom Cruise figuran en la nómina de clientes utópicos del taller textil que la asociación de disminuidos psíquicos Afandem tiene en Móstoles (196.500 habitantes) y en el que varias empresas de la zona ya han empezado a confiar. Dos de los alumnos, Víctor Garvín, de 25 años, y Milagros Arranz, de 30, soñaban ayer con que la modelo y el actor norteamericanos llegasen algún día a vestir sus diseños. Pero, hasta que llegue ese momento, los 12 chavales del taller han de atender otros encargos: una peluquería les ha pedido algunos trajes para un pase de modelos, y una empresa farmacéutica quiere que cosan fajas ortopédicas.El desencadenante de este súbito interés por el trabajo de los chicos fue un desfile de moda celebrado la semana pasada. En él, los diseñadores en ciernes -discapacitados psíquicos de 18 a 30 años- hicieron también de modelos con sus propias creaciones. De entre ellas, una bata de cola y un vestido de novia con pedrería arrancaron los comentarios más elogiosos del público asistente.

Pero detrás de esa tarde de candilejas se esconden tres años de intenso trabajo en el taller, con el maestro Raúl Retuerto en la tarea de mostrar a los jóvenes disminuidos los secretos del patronaje, la costura e incluso la plancha. Retuerto tuvo que remontarse a lo básico: "Al principio les enseñamos qué era una regla, para qué servía y el concepto de centímetros", recuerda. "Hubo casos en que los alumnos tampoco sabían contar a partir del número 30", añade.

Fueron necesarios, pues, varios meses de aprendizaje antes coger la aguja y el dedal, o las máquinas de coser, que ahora manejan a la perfección. El resultado de tres años intensos de labor lo marcó el desfile de moda y, especialmente, según el máximo responsable del taller, los trajes de novia y faralaes, "porque sintetizan todo lo estudiado en este tiempo", comenta. "Para esos modelos se trabajó el forrado, los volantes, la pedrería, el bies, los remates en la máquina y el planchado más delicado", enumera el maestro.

La razón de existir de este taller sin igual en la Comunidad es la enseñanza de un oficio con vistas a la integración laboral. Y ya hay resultados: una de las alumnas acaba de conseguir empleo en una fábrica textil.

Pero también interesa la inserción personal: "A través del taller, las personas con mayor dificultad de carácter han recuperado su equilibrio emocional. Ha sido gracias al trabajo en pequeños grupos, que favorece las relaciones personales", resalta Retuerto. Como si de un examen de fin de curso se tratase, los 12 alumnos del taller estaban volcados ayer en dibujar nuevos patrones que se convertirán en trajes después de las vacaciones.

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