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Congestión

La Bolsa española ha entrado en conflicto con todo un mundo de presiones en el que destacan dos, la de la inflación y la del nivel de convergencia para los tipos de interés a corto plazo.

Mientras que las grandes bolsas europeas conseguían nuevos máximos históricos, el mercado español volvía a perderse dentro de su propia mecánica y los vaivenes del mercado de futuros impedían la adopción de decisiones de mayor y mejor, alcance.

Casi en la apertura del mercado se produjo un error de un operador de futuros, sin influencia alguna en la posterior evolución de los precios, pero el temor con que la inversión particular mira hacia ese segmento del mercado es tal, que ninguna explicación fue suficiente para que los pequeños se animaran a volver al mercado hasta pasado el vencimiento de julio.

Anécdotas aparte, el conjunto de los inversores ve con preocupación la evolución de la inflación eh los últimos meses, sobre todo porque ha descolgado a España de la tendencia global de los grandes mercados. Si en la primera parte del año las bolsas periféricas destacaron por su valoración del tirón económico, que permitió al sur europeo cumplir los criterios de convergencia, ahora parece imponerse la resistencia sobre la velocidad, sobre todo cuando esta última provoca tensiones inflacionistas de difícil control.

El Banco de España repitió el tipo de interés oficial en el 4,25% con el beneplácito del conjunto del mercado y el acuerdo sólo era posible debido al incremento de la inflación en una décima, justo el día anterior.

La prueba de que los problemas vienen por ese lado estuvo en el mercado de deuda, en el que el diferencial entre España y Alemania repitió el nivel más alto del año, 0,28 puntos, desconocido desde los primeros días de enero. La rentabilidad de la deuda española había bajado una centésima, hasta el 4,95%, pero el bono alemán prosigue su trayectoria descendente a buen ritmo y ayer situaba su rentabilidad en el 4,67% un nivel imposible de alcanzar para la deuda española.

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