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Arrestadas nueve personas acusadas de estafar 150 millones a parados

La policía ha desmantelado una trama compuesta por nueve personas -siete de ellas mujeres- que desde primeros de año se había especializado en estafar a desempleados. Los detenidos, aprovechándose de la perentoria necesidad de lograr un trabajo que tiene todo parado, ofrecían empleos de transportista con una condición previa: que el aspirante comprara una furgoneta, operación tutelada por la organización delictiva, mediante un crédito bancario. Los estafados no veían ni la furgoneta ni el trabajo, mientras la banda se apropiaba de los créditos. Con este sistema lograron unos 150 millones de pesetas.

A primeros de año, llegó a la Unidad de Droga y Crimen Organizado (Udyco) de la policía de Barcelona la orden de un juzgado de investigar lo que tenía todas las trazas de ser una estafa. Tres personas habían denunciado a la empresa de transportes Forçatrans 96, SL y a Ortrans, especializada en transporte y venta de furgonetas. Los de la Udyco se pusieron manos a la obra y establecieron que los dos empresas estaban controladas y dirigidas por Rosa María V . T., de 31 años y cerebro de la trama delictiva, vinculada hace unos años con el mundo del proxenetismo. Junto a ella trabaja toda una saga familiar: sus hermanas Teresa, de 41 años, Isabel , de 36, Josefa, de 33, y Susana, de 28 años. La mecánica de esta estafa era simple. Los clientes eran captados a través de anuncios que las empresas ponían en la sección de demandas de trabajo de prensa. En estos anuncios, se ofrecía un puesto de trabajo de transportista con ruta de transporte garantizada, pero, previamente, había que comprar la furgoneta o un pequeño camión. Las hermanas eran las encargadas de recibir a los demandantes de empleo, les daban todo lujo de detalles sobre el trabajo y les informaban de la inexcusable exigencia de comprar a la empresa Ortrans la furgoneta si querían ser contratados. El demandante, normalmente en paro, era sometido a presión para que accediera a las duras condiciones que llevaba aparejado el contrato de trabajo. Cuando ya le tenían convencido, las hermanas le daban un contrato de trabajo normalizado; con este documento y con hojas de salario falsas, el candidato a transportista iba al banco a pedir un crédito para la compra de la furgoneta o el camión. Cuando la entidad bancaria concedía el préstamo, su importe, que podía oscilar entre los dos y los cinco millones de pesetas, era ingresado directamente en las cuentas de Forçatrans y Ortrans. Este dinero ya no lo volvían a ver los demandantes e iba a parar directamente a los bolsillos de los estafadores. Pasado un tiempo tras la concesión del crédito, el titular del mismo, invariablemente, acudía a las empresas para que le hicieran entrega de la furgoneta con la que empezar a trabajar. Al principio recibían largas y excusas inverosímiles, pero si los estafados -aún ignorando la treta de la que habían sido objeto- se ponían pesados, dos de los hombres detenidos, alguno con numerosos antecedentes policiales, se encargaban de arreglar la situación por la vía violenta. Este desenlace disipaba todas las dudas que sobre la operación podían tener los parados: habían sido objeto de una dolorosa estafa. Habían firmado un crédito, avalado por miembros de su familia y por sus pisos en ocasiones, y no tenían trabajo ni furgoneta y, a cambio, habían acumulado deudas millonarias con un banco. Con las cinco hermanas, han sido detenidos Isidro M. C., de 60 años, y Francisco M. G., de 36. El primero era el teórico titular de Ortrans; el segundo, el encargado de ablandar a los clientes díscolos. Con ellos fueron arrestadas Rosa María D. S., de 31 años y Rosalinda V. L., de 33.

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