El inspector jefe de la policía ni confirma ni desmiente

El inspector jefe Terry Shelvyn, un joven portavoz de lapolicía, delgado y con el bigote de reglamento, administra la información con celo digno de un sacerdote y su conclusión es todo un ejercicio de eufemismos. El asesinato de los tres niños, dice, "lleva todas las huellas de un crimen sectario", pero no confirma ni que el incendio fue deliberado ni con intención asesina. El inspector Shelvyn mide las palabras y busca la aprobación de un hombre de civil que se mantiene siempre en slencio. Claramente este hombre es el jefe de verdad. ¿Es cierto que se ha registrado un incremento de amenazas contra los católicos de Ballymoney? "No puedo decir nada al respecto". ¿Cuál de las organizaciones terroristas protestantes y unionistas son las más activas en el condado de Antrim? "No estoy en condiciones de dar información al respecto". La entrevista se acaba allí, antes de que la policía confirme o desmienta versiones de que los niños habían abrazado la fe protestante. De ellos se sabe aún menos. La familia distribuyó una fotografía de los tres, el pelo recien recortado, vistiendo camisetas rojas y sonriendo ante la cámara. A Jason, el menor, se le ve que se le ha caído un diente. Tres hermanos felices.Nadie en el pequeño centro de la comunidad quiere decir si algunos de los dibujos infantiles, serenos y felices paisajes de parques con patos, arboledas y flores, habían sido hechos por alguno de los chicos Quinn. En el tablero hay una extraña referencia a la violencia en el barrio, pero ésta es de carácter doméstico. "Qué sucede cuando el hogar se convierte en el sitio que te duele más", dice un cartel y, más abajo, un teléfono para que las mujeres del barrio llamen a denunciar malos tratos. Para otros casos hay que llamar a la policía, un trámite que nadie en la casa de los Quinn tuvo tiempo de hacer porque era demasiado tarde.