_
_
_
_

EL TANQUE.

Este enorme bidón de petróleo es hasta ahora, vacío, un espacio dedicado a la vanguardia artística en Santa Cruz de Tenerife. Los bidones de la refinería fueron parte de la iconografía de la ciudad, misteriosos gigantes en cuya altura alumbraban antorchas petrolíferas; para los niños de entonces un fuego mágico y misterioso. Ahora, ese vestigio de la memoria industrial de una ciudad es algo más que una sala de espectáculos y exposiciones: depósito también de la memoria. Pero Cepsa, su dueña, ha vendido el terreno en el que se alza, y tiene que entregarlo ya a los compradores. Una compañía de petróleos no tiene por qué anteponer a sus intereses mercantiles cualquier consideración de deuda con una ciudad. El hecho de que Santa Cruz haya soportado la contaminación de su aire con las inhalaciones petrolíferas, mientras a la compañía le vino bien refinar allí el crudo, no debe limitar nunca el negocio. La memoria creadora no puede pagar su propio territorio, es una indigente.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_