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FRANCIA 98

El atleta de Cristo que para penaltis

Taffarel ha dignificado el puesto de portero en un país de delanteros

Ramon Besa

Puestos a invocar a Dios en cada Mundial para explicar lo que no alcanza la razón, Claudio André Taffarel, de profesión portero y, al tiempo, atleta de Cristo, aseguró que quien paró los penaltis a Cocu y Ronald de Boer en la semifinal del Mundial98 disputada en Marsella no fue propiamente el meta de Brasil sino las manos de Dios. Taffarel sería hoy una víctima ilustre del fútbol sin la ayuda de la religión. Leer a diario la Biblia le ha permitido ser ante todo una buena persona y también dignificar el puesto de portero en un país de delanteros.No quería ser portero. Nacido hace 32 años en Santa Rosa, cerca de la frontera entre Uruguay y Argentina, soñaba con ser un buen jugador de baloncesto o, a poder ser, de voleibol. Tenía un buen físico (1,80 metros y 80 kilos), pero le faltaba talento. Y para jugar al fútbol no tenía ni físico ni aptitud. No le quedaba otra alternativa si quería estar en un equipo que ofrecerse como portero. Hay competencia en Brasil para ponerse la zamarra del 9 o del 10. Nadie, sin embargo, quiere ser guardameta, y si no que recuerden a Barbosa, humillado desde que Ghiggia marcó el gol de la victoria de Uruguay en Maracaná aquel 16 de julio de 1950.

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El Internacional se brindó a darle el puesto, y Taffarel se ganó incluso un contrato en Europa, algo impensable para un meta brasileño. Jugó en el Parma, club con el que ganó la Recopa y la Copa, y también en el Reggiana. No le fue difícil mantener así el puesto de internacional. Ya fue el portero de Brasil en Seúl88, donde en las semifinales le paró tres penaltis a Alemania, y era el elegido para la Copa del Mundo del 1994 en EEUU.

Hizo un buen torneo. Antes de la final sólo le dispararon seis veces entre los tres palos y, frente a Italia, el día en que se decidía el título, le paró un penalti a Massaro en aquella tanda en la que erraron Baresi y Roberto Baggio. Pero ni siquiera el título de campeón del mundo le garantizó la faena. Volvió al Reggiana y le negaron el puesto de trabajo. Una vez más, Taffarel se refugió en la oración y acabó jugando en un equipo parroquial.

Para volver a ser portero, no le quedó otro remedio que volver a Brasil. Le fichó el Atlético Mineiro y se mantuvo como meta de la selección hasta que en la Copa América de 1995, los dirigentes de la federación, con el presidente Teixeria a la cabeza, le culparon de la derrota en la tanda de penaltis frente a Uruguay. Únicamente Zagalo le recuperó para el fútbol. "He aprendido a mantener la calma incluso en los momentos más difíciles", argumentó. "Pensé que mi meta era parar un penalti no sólo para ganar confianza sino para transmitírsela a mis compañeros. Y gracias a Dios así fue. Pura intuición. Era mi misión". Taffarel sabe que a los porteros en Brasil sólo se les mira por sus errores o en las tandas de penaltis. Ya nadie más volverá a dudar de su profesionalidad. Hoy, cuando no se sabe aún si Brasil será campeón, ya tiene incluso garantizado un puesto de trabajo. Vuelve a Europa. El Galatasaray es su destino

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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