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FRANCIA 98

Indiscutible Francia

Nadie duda de la victoria francesa en la semifinal ante Croacia

Santiago Segurola

Francia se prepara para su gran momento. Juega la semifinal frente a Croacia, pero nadie se atreve a dudar del triunfo del equipo local. Desde 1950, en la final Brasil-Uruguay, no se ha producido un pronóstico tan unánime. Pero el fútbol es un juego y en aquel partido de Maracaná venció Uruguay enfrente de 200.000 estupefactos hinchas brasileños que enmudecieron tras el definitivo gol de Gigghia. Croacia llega con la etiqueta de víctima. Es el tapado del Mundial desde el comienzo del torneo. El papel le va estupendamente porque es un equipo que soporta mal la tensión, pero que sin ella puede sentirse capaz de cualquier cosa.Toda la puesta en escena está preparada para el triunfo francés esta noche. Desde el sorteo de Marsella había una especie de predestinación. Se construyó el futurista estadio de Saint Denis con un costo de 60.000 millones de pesetas, y ningún equipo lo ha aprovechado mejor que Francia. El conjunto anfitrión va a jugar hoy su cuarto partido en Saint Denis y si alcanza la final disputará un quinto. Una obra a la medida del sueño de un país.

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Los franceses no han alcanzado nunca la final, aunque han dado motivos para lograrlo. En el Mundial de España actuaron con la excelencia que sólo se espera de los brasileños, pero Alemania le arrebató el asalto a la final en los penaltis, después de nivelar a base de épica el 1-3 con el que habían logrado colocarse los franceses, que dibujaron un juego sublime. Su célebre línea de centrocampistas (Tigana, Platini y Giresse) alcanzó proporciones míticas. Desde entonces, al fútbol francés se le mide por aquel rasero, casi imposible de superar.

Pero si Francia juega por la historia, al menos dispone del equipo para conseguirlo. Aunque sus dos últimos partidos frente a Paraguay e Italia han sido durísimos, con una victoria en la prórroga y otra en la tanda de penaltis, no se puede olvidar que los franceses fueron los únicos protagonistas en ambos encuentros. Paraguay se defendió con toda su alma hasta que Blanc vio puerta en el último suspiro del tiempo añadido. E Italia, guiado por su endiablado e inevitable estilo conservador, se defendió también. Francia superó a las dos selecciones con la misma autoridad que le faltó para concretarla en un amplio número de goles. Se habla de Croacia, pero no en los términos de un rival consistente. Es un peligro que acecha al equipo de Aimé Jacquet. Los croatas practican la clase de juego que se aprovecha de la relajación de sus adversarios. Siempre se puede esperar una aparición por sorpresa de Davor Suker, un tiro de Robert Jarni o un gesto matador de Zvonimir Boban. Pero hasta ahora Francia se ha tomado en serio a todo el mundo. Ha podido tener dificultades contra éste o aquél, pero nunca le ha faltado carácter, solidez y decisión. Es difícil pensar que ocurra otra cosa diferente esta noche en Saint Denis, en un estadio enteramente entregado a su equipo, con una nación detrás.

El gran problema de Francia hasta el momento ha sido el gol. Su estructura defensiva ha sido impecable (Thuram, Desailly, Blanc y Lizarazu), su medio campo laborioso (con Deschamps a la cabeza) y Zidane ha sido Zidane casi siempre -faltó a dos encuentros, por sanción, y el combinado de Jacquet lo acusó-. En cambio, los delanteros no terminan de afinarse. El seleccionador les ha dado pruebas de desconfianza. Comenzó con Dugarry, siguió con Guivarc"h, tiró del joven Trezeguet y volvió a Guivarc"h frente a Italia. El más potable es Trezeguet, aunque todavía está por pulir. Pero la falta de contundencia en el área comienza a ser objeto de demasiados comentarios. El máximo goleador del equipo sigue siendo Thierry Henry, con tres, que no juega en punta, sino a la derecha de Zidane. Croacia es un equipo que se defiende muy atrás, pero que tiene facilidad para tirar contragolpes. La ausencia de Prosinecki frente a Alemania le resultó muy beneficiosa, en gran medida porque proyectó a Boban, protagonista del partido. Su demostración frente a los alemanes fue indiscutible. Sin el enredo que supone Prosinecki, los croatas son más directos y menos previsibles. En la víspera del partido permanecen en su papel de tapados. Hablan de su compromiso con un país que acaba de cumplir siete años, se ponen en víctimas y dejan toda la presión a los franceses, que así tendrán que batir a dos adversarios: la exigencia de un país y la calidad de un equipo muy balcánico, espíritus libres capaces de cualquier proeza o de cualquier desastre.

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