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Romay presiona a Fraga para que frene el poder de Cuiña en el PP gallego

Xosé Hermida

Los resultados del reciente congreso del PP gallego, que reforzó las pretensiones de su secretario general, Xosé Cuiña, de convertirse en el sucesor de Manuel Fraga, amenazan con desatar una crisis en la organización. El ministro de Sanidad, José Manuel Romay, ha lanzado una ofensiva para tratar de que Fraga, presidente de la Xunta y de los populares gallegos, reconozca su papel dentro del partido y ponga freno a las aspiraciones de Cuiña.

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Romay cuenta con el respaldo del otro ministro gallego, el titular de Administraciones Públicas, Mariano Rajoy, ambos rivales de Cuiña y los dos principales derrotados en el congreso extraordinario que el PP gallego celebró hace dos semanas. El pasado 20 de junio, Romay y Rajoy abandonaron a la carrera el polideportivo donde se acababa de celebrar el IX Congreso del PP gallego, sin responder a los periodistas. En teoría, la asamblea había escenificado un espectáculo de unidad y concordia internas: ni uno solo de los 4.400 compromisarios asistentes votó en contra, o tan siquiera se abstuvo, en la votación para refrendar el nuevo comité ejecutivo encabezado por Fraga y Cuiña. Pero era evidente que ninguno de los dos ministros podía sentirse satisfecho de los resultados de un congreso que reforzaba la posición del secretario general y de sus aliados, los presidentes de las diputaciones de Lugo, Francisco Cacharro, y Ourense, José Luis Baltar. Romay resultó el más escaldado: pese a ocupar la presidencia provincial del PP coruñés, quedó al margen del reparto de vicesecretarías y, sobre todo, del comité electoral, el órgano que supervisa todas las candidaturas del partido en los distintos comicios, copado por Cuiña. Los seguidores de Romay se tomaron como una afrenta que Fraga cediese la representación de A Coruña a uno de los más significados adversarios internos del ministro de Sanidad, el presidente de la Diputación, Augusto César Lendoiro. Tras varios días de silencio y de consultas internas, los dos ministros no han podido ocultar más su incomodidad. Primero fue Rajoy, que aprovechó una visita a Santiago para reclamar que el partido otorgue más protagonismo a su colega de gabinete. Romay también se decidió a salir de su mutismo y ha expresado sus quejas por lo que considera una marginación. El titular de Sanidad esgrime el apoyo con que cuenta entre las bases de toda la provincia y advierte que no está dispuesto a que en las elecciones municipales del próximo año se le impongan las candidaturas.

Antiguas rencillas

La pugna entre los partidarios de Cuiña y de los dos actuales ministros viene de lejos, y se ha convertido en una suerte de guerra de posiciones para llegar en una situación más ventajosa al momento en que deba decidirse la sucesión de Fraga. Los sectores que apoyan al secretario general se han hecho fuertes en las zonas rurales del interior, donde la hegemonía política del PP es abrumadora. Enarbolan la bandera del galleguismo, un concepto que, según sus rivales, sirve para enmascarar lo que dirigentes del propio partido califican en privado de prácticas caciquiles. Romay y Rajoy, de extracción urbana, sintonizan más con el PP de Aznar y sus partidarios aducen que en Galicia aún está pendiente la renovación del partido. Los antagonistas de ambos ministros les sitúan en una posición más derechista y tampoco dudan en airear la presencia de miembros del Opus Dei entre sus colaboradores.Aunque la batalla sea antigua, esta vez los partidarios de Romay aseguran que están dispuestos a todo. En el entorno del ministro ha cundido la idea de que si no reaccionan a tiempo y permiten que Cuiña consolide aún más su posición, el secretario general será imbatible. Fuentes de la dirección popular afirman que en los próximos días el ministro se entrevistará con Fraga para darle cuenta de su malestar. Romay ya reunió ayer en A Coruña a sus fieles, entre los que hay cuatro consejeros de la Xunta.

En el entorno de Cuiña se minimiza el alcance de la revuelta de Romay y se responde con la contundencia de los resultados del congreso: entre los que votaron unánimemente a favor de la nueva ejecutiva estaba el mismo ministro y los que ahora le apoyan. Fuentes próximas al secretario general creen que Romay está solo en la batalla y Rajoy le respalda por afinidad personal, pero en ningún momento va a implicarse en el conflicto. En última instancia, Cuiña confía en el respaldo de Fraga, quien, a fin de cuentas, elaboró la lista de la ejecutiva.

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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