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La viuda británica inseminada con el semen de su esposo espera un hijo

Isabel Ferrer

Diane Blood, la viuda británica que hizo historia legal en 1997 en el Reino Unido al conseguir el permiso para ser inseminada, en el extranjero, con el semen de su marido muerto, está embarazada. El bebé nacerá a principios del próximo año y la operación se ha efectuado en el Centro de Medicina Reproductiva de la Universidad Libre de Bruselas.Stephen Blood murió de una meningitis fulminante en 1995. No tuvo tiempo de firmar el correspondiente permiso escrito que hubiera evitado la cruzada emprendida por su esposa para tener un hijo póstumo suyo.

De 30 años cuando enfermó, Stephen tuvo un ataque cardiaco, del que ya no pudo sobreponerse, 48 horas después de que una fiebre alta le obligara a encamarse. Los médicos diagnosticaron luego una meningitis. Sujeto a un respirador artificial y en coma irreversible, fue entonces cuando Diane convenció a los médicos de que extrajeran dos muestras de semen mediante estimulación eléctrica de sus genitales. El peso de las leyes le cayó encima cuando trató de lograr una inseminación artificial en su propio país.

Las extracciones podían constituir en sí mismas un delito al faltar el consentimiento del varón. Una vez desconectado el respirador, Diane aseguró a cuantos quisieron oírla que ella y su marido deseaban tener hijos. "No habrá nadie más como él para mí", llegó a decir. Algunos criticos preguntaron entonces por qué habían esperado tanto para engendrarlo. La pareja se conocía desde los 16 años, en la época escolar, y su noviazgo duró casi una década. Sin embargo, los mayores problemas estaban aún por llegar con el cadáver de Stephen todavía en el hospital.

Recursos jurídicos

El organismo británico encargado de regular la fertilización y embriología humana, y del que dependen las clínicas nacionales de reproducción asistida, rechazó la solicitud de la viuda Blood. El Tribunal Supremo, al que apeló, confirmó dicha negativa, pero no así el Tribunal de Apelación de Londres. Este tribunal constituye la última instancia legal antes de acudir a la Cámara de los Lores, máximo titular jurídico del Reino Unido. "No tengo ningún problema. Es sólo un escollo legal que yo no pueda quedarme embarazada", dijo entonces Diane.

En una resolución que provocó no pocos sobresaltos, los jueces permitieron en febrero pasado que exportara el semen de su esposo a otro país. Después de nueve meses de deliberaciones y pruebas psicológicas, el centro belga accedió a inseminarla.

Para poder financiar los recursos legales y el tratamiento, ella y su familia acudieron a la prensa sensacionalista británica. Los tabloides la entrevistaron encantados y abrieron cuentas corrientes populares a su nombre. "Aunque es todavía muy pronto, estoy nerviosísimo. La ansiedad podría dar al traste con la gestación de Diane", ha reconocido ahora su padre, Mick McMahon.

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