Italia empieza a dudar de su economía tras la euforia por llegar al euro
Nadie sabe muy bien si es una consecuencia de la crisis asiática o una simple coyuntura doméstica, pero lo cierto es que la economía italiana no despega como esperaba el Gobierno de centro-izquierda tras el sprint final del ingreso en el euro. Los últimos datos del centro de estudios de la patronal italiana (Istat) hablan de un índice de paro que no mengua, el 12"5% de la población activa, y corrigen a la baja la proyección de crecimiento.
Según los últimos cáculos, el producto interior bruto (PIB) crecerá sólo el 2,3% (frente al 2,5% previsto por el Gobierno). El primer cuatrimestre de 1998 se cierra con un aumento considerable de la deuda pública -coyuntural, según el ministro del Tesoro, Carlo Azeglio Ciampi- y los datos de mayo reflejan un resultado negativo de la balanza de pagos.Lo más preocupante es que el paro en el sur del país está lejos de entrar, pese a todas las promesas, en vías de solución. Con un crecimiento económico por debajo del 3% y unos impuestos de los más altos de Europa, la patronal da por descontado que no se crearán ni la mitad de los 700.000 empleos prometidos por el Gobierno para un trienio.
Los economistas de todo pelaje se preguntan si fallan las recetas del Gobierno de centro-izquierda, como señala la patronal, o es que, sencillamente, la quinta potencia mundial sufre la crisis de los lejanos mercados asiáticos. Dado el modesto volumen de las exportaciones italianas a Asia, esta última explicación no parece plausible.
Sin embargo, como señalaba ayer el economista Giuseppe Turani en las páginas del diario La Repubblica, los efectos de la mundialización han convertido la economía en un inmenso rompecabezas. Cada movimiento tiene un efecto incalculable sobre las demás piezas. De forma que el daño a la economía italiana causado por la crisis asiática se habría producido indirectamente, por la mayor dedicación de algunas empresas de Estados Unidos al mercado interno privando a las italianas de un espacio esencial.
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