Poner el corazón
Del Amitri
A pesar de ser fin de mes, lo caro de la entrada y lo sofocante del calor, la legendaria sala madrileña registró un lleno total de entregados fans a la figura de esta banda escocesa, heredera tanto de los grandes cantautores eléctricos como del llamado nuevo rock americano. La banda liderada por el convincente cantante Justin Currie y el fogoso guitarrista Ian Harvie, a los que acompañaban músicos nuevos, ofrecieron una actuación de rock clásico en toda regla, en el que la furia y la pegada que exhiben muchas de sus composiciones en los discos, quedaban atenuadas aquí a causa de un sonido marcadamente electro-acústico y unos medios tiempos rítmicos que amansaban la energía inicial.
Sala El Sol. 2.500 y 3.000 pesetas. Madrid, sábado 27 de junio.
El grueso de sus canciones lo componía una muy bien diseñada colección de singles que les han permitido sobrevivir en un medio tan agreste para el rock de manual como ha sido la presente década, aunque también hubo buena representación de los temas de su último disco de estudio: Some other sucker's parade.
La voz de Currie rebosó emoción y sinceridad, complementándose a gusto con una guitarra que aún explora el universo de los riffs y los solos.
Las historias de amor-desamor, soledad callejera, mística del perdedor anónimo y esperanza de quien no tiene muchos motivos para andar esperanzado flotaron en el ambiente de la sala, envueltos en el suave lino de canciones como Last to know, Stone cold sober y su gran éxito Nothing ever happens.
Fue un buen concierto de quien no aporta nada nuevo a la evolución del rock, excepto su propio corazón.
