_
_
_
_
_
FRANCIA 98

Vieri gana a Flo

Italia atrapa los cuartos en un partido muy áspero con Noruega

Ramon Besa

Italia no perdona ni a sus parientes más próximos. Parecen primas hermanas con Noruega. La una le niega la pelota al contrario y la otra juega sin ella, y ambas acaban en un 9. El italiano se llama Vieri y el noruego Flo. Y entre Vieri y Flo aún hay diferencias.El capocannonieri es dinamita pura: le pega de mil demonios y, además, tiene duende: ya lleva cinco goles en la Copa del Mundo-98. Vieri volvió a decidir un partido más.

Di Biagio vio el desmarque del ariete, le metió la pelota y Vieri la dejó cruzar ante sus piernas, la controló con la zurda, impuso su potencia frente a Eggen y, al llegar ante Grodas, la cruzó a la red con la derecha. 1-0, y los italianos para los cuartos de final. No hay quien le remonte un gol a Italia y menos Noruega.

Más información
Triunfos que no convencen
El adiós del catedrático

Flo, que no es Ronaldo pese a que le llamen Flonaldo, tuvo el empate en la cabeza, porque Noruega no juega al pie sino de cabeza en cabeza, pero Pagliuca es también mejor que Grodas y frustró una nueva proeza del equipo del Egil Olsen, un tipo que pretende convertir a Noruega en el Deep Blue del fútbol.

Juegan los noruegos sobre un papel cuadriculado. La cancha es una pista de atletismo con instrucciones de paso. A la que se llega a la divisoria hay dos salidas: abrir a la banda y meter un centro al segundo palo o, si Flo lo prefiere, tirar el balón a banderín de córner. En la única ocasión en que se saltaron el guión, Eggen picó la pelota en lugar de pegarla, salió la jugada de Flo y la parada de Pagliuca.

El equipo italiano tiene más recursos y otros caminos para llegar al gol. Uno se llama Del Piero. Tuvo ayer tres llegadas y las tres desperdició. Resolvió mal las dos primeras y en la última el remate se le fue un palmo. Parecía buen momento para que entrara Roberto Baggio, pero Maldini no sólo negó a la pareja Baggio-Del Piero sino que esta vez prefirió a Chiesa. No quiso correr ningún riesgo y aguardó el final con cierta impaciencia.

El trabajo de neutralización fue nuevamente impecable si se compara con el de elaboración. Hay momentos del partido en que incluso Albertini parece un mal jugador y acaba sustituido, como fue el caso de ayer, en que dejó su plaza a Pessotto. Los cambios ilustran perfectamente cómo defendió Maldini el resultado: no sólo dio entrada a Pessotto y Chiesa sino también a Di Livio, y retiró a Albertini, Del Piero y Moriero.

No le sirvió de nada a Noruega llevar la pelota. No sabe jugarla. El suyo fue un discurso de cabezazos que, por reiterativos y contundentes, llegan a doler hasta al espectador. Les iría bien llamar a Di Stéfano y que les contara el cuento de la vaca, aquel que dice: "¿de qué está hecha la pelota?, de cuero; ¿y el cuero de donde viene?, de la vaca; ¿y la vaca donde come? en el pasto"; pues chicos, hagan el favor de bajar la pelota al pasto. Más que jugar, los noruegos corren, y correr con el balón se hace muy difícil. El suyo es un juego tan físico que se cansan tanto los de dentro como los que están fuera el campo.

Más que un pase, se dan un sprint; más que un cambio de orientación, proponen un lanzamiento de jabalina; más que de un desdoblamiento, gustan de una carrera. Más que la velocidad de balón, se impone medir la altura a la que vuela.

Frente a la aviación noruega y su juego de tirachinas, Italia procuró esconder el balón y evitar el cuerpo a cuerpo, pues la habrían sacado del campo por abajo y por arriba, dada la altura media del rival (1,85 metros).

Ni con la salida tardía de Solskjaer consiguió Noruega reconducir la situación. Le sobraron recursos a Italia para dormir el partido y atrapar otra victoria cantada desde la salida. En un duelo entre Noruega e Italia, ganará siempre Italia, aunque sea por 1-0, como ya ocurrió también en Nueva York en el Mundial de Estados Unidos-94.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_