El Cable Inglés de Almería
El pasado día 19 me quedé estupefacto al comprobar que don José Ángel Valente, en un artículo de EL PAÍS que titulaba De la irredención de la provincia, arremetía de una forma miserable contra mi persona, absolutamente indefensa ante la talla de un señor con tanto predicamento. La presumible razón por la que todo un premio Príncipe de Asturias de las Letras se ensañaba conmigo era porque, según él, yo soy partidario de una remodelación del puerto de Almería sin la "enojosa presencia" del Cargadero de Mineral.No se de dónde saca el señor Valente que yo esté en contra de la conservación del Cable Inglés; aunque soy provinciano -de Almería- y carezco de la sabiduría y sensibilidad artística que adornan a mi ofensor, tengo el suficiente sentido común para respetar el valor histórico de un monumento que representa la arqueología industrial almeriense de principios de siglo. Precisamente, lo que me preocupa y lo he puesto de manifiesto, no así el señor Valente, es el abandono y el estado ruinosos en que se encuentra la estructura metálica que soporta los contenedores aún cargados de mineral, con el consiguiente peligro de derrumbamiento.
El señor Valente, al que nunca le hemos oído ni leído la más mínima inquietud por los temas que afectan al desarrollo de nuestra provincia, alguien, "interesadamente", le ha debido informar mal, a lo mejor pensando que si desde la autoridad portuaria de Almería se acometían las obras de rehabilitación del Cargadero de Mineral y su entorno, algunas expectativas profesionales, económicamente muy suculentas, podrían frustrarse. Nunca, sépalo señor Valente, me he pronunciado a favor del derribo, sino todo lo contrario, pues siendo legítima cualquier opinión al respecto y respetando todas sin tener que insultar a nadie, la mía en concreto apuesta por la conservación y utilización.
Vayamos a los insultos. Pese a su prominente posición capitalina, para reforzar su acusación gratuita no siente empacho alguno en utilizar contra este ignorante cateto provinciano navajas barriobajeras, como intentar ridiculizar mi aspecto físico y mi anterior trabajo, dentro del más puro racismo físico y elitismo laboral, o inventarse el mote de Aristóteles, sabiendo a conciencia que miente, o sacar a relucir un falangismo de juventud, mezclándolo insidiosamente con mi relación política con Alfonso Guerra, y todo ello aliñado con la savia de un profesional de la escritura y una gran dosis de mala leche, para fulminarme desde su privilegiada atalaya. Nunca pude pensar que podía ser objeto de un artículo de opinión de EL PAÍS, y mucho menos que captase la atención de tan insigne personaje, al que yo hacía preocupado en otros menesteres muchísimo más importantes.
Lo único que puedo decir humildemente en mi defensa, desde mi posición de persona normal, ante el internacionalmente reconocido talento de quien contra mí arremete es que tengo el físico que la naturaleza me ha dado, y con él ando por la vida sin complejos y sin "aparejos" para disimular los años que voy cumpliendo.
Que ni mi modesta pero digna profesión, ni ninguna otra, inhabilita a nadie para participar en la vida política, por lo menos desde que gozamos de democracia. Yo, en concreto, con la confianza del PSOE, he encabezado la lista que ha obtenido mayoría absoluta en Almería en cinco elecciones consecutivas. Llevo militando en el partido socialista y en la UGT más de veintidós años, y sacarme a relucir a estas alturas de la vida unas acusaciones falangistas sólo se conciben desde un rencor trasnochado o una mala conciencia.
Con respecto a mi relación poítica con Alfonso Guerra, sólo faltaba que don José Ángel Valente me tuviera que decir a mí con quién debo compartir amistad, afinidad política o lo que me da la real gana.
De verdad que nunca hubiera imaginado que todo un premio Príncipe de Asturias de las Letras cayera en un discurso tan pueril, tan elitista, tan xenófobo, tan discriminatorio y tan insidioso. Claro, que después de oír la reciente machada de todo un premio Nobel de Literatura, también de avanzada edad, no debería extrañarme lo más mínimo. Dios los cría...
De su extenso artículo, lo único que comparto con el insigne poeta es lo de la irredención de la provincia, y si cuando el señor Valente se instaló en Almería lo hizo con la intención de redimirnos a estos pobres provincianos, nadie sabe cuánto me alegro de que no lo haya conseguido. Soy de los que piensan que siempre será mejor que un pueblo se valga por sí mismo, por muchos errores que cometa, que seguir tras la senda de un mesías redentor, por muy premio Príncipe de Asturias que sea. Aprovecho para felicitar a EL PAÍS y al Grupo PRISA por haberse archivado la causa que tan injustamente le imputaron.- Presidente de la Autoridad Portuaria de Almería-Motril y presidente del PSOE en Almería.
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