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FRANCIA 98

Tirando centros

Alemania se impone a Irán con la supremacía en el juego aéreo

Santiago Segurola

El equipo que tira centros venció a Irán, que ni tira centros ni ná. Alemania ha simplificado tanto su búsqueda de los caminos del gol que ha abandonado cualquier tentación creativa. Tiran centros y ganan. Su fútbol es pesadísimo, pero su cuenta de resultados no admite dudas. Les vale con que Bierhoff aproveche su poderoso salto en cualquiera de las disputas aéreas para conseguir victorias como ésta.En su fatigoso avance por la primera ronda, Alemania ha parecido un equipo a la búsqueda de algo que no puede encontrar: un modelo más natural del fútbol. Vogts experimenta con las alineaciones. En un equipo tan veterano, todos están demasiado vistos y los jóvenes no ofrecen garantías. Jeremies participó en los dos primeros encuentros en el medio campo, pero frente a Irán salió Helmer. El cambio es más sintomático por la condición de Helmer, un defensa central que se vio obligado a jugar en el medio campo. No parece la solución adecuada a los problemas de un equipo que carece de recursos creativos.

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La presencia de Matthäus redunda en este aspecto. Matthäus fue un jugador muy considerable en sus mejores tiempos: por presencia, por carácter, por recorrido, por llegada y por unas condiciones técnicas más que aceptables. Un futbolista importante que ahora tiene 37 años y un puesto en la selección alemana. A esa edad, sus recursos se han visto disminuidos, aunque su esfuerzo por tener impacto sobre el juego es evidente.

Irán resistió con menos dificultades de las previstas durante el primer tiempo. A los alemanes se les veía de lejos, con esa pasión que tienen por los centros. Tarnat cruzó la pelota sobre el área todas las veces que fueron necesarias y todas las innecesarias. Un hombre, un centro, ésa es la divisa de una selección que, a pesar de todo, acaba quebrando la resistencia de sus rivales. Se sabe por dónde vienen, se sabe qué pretenden, se sabe qué argumentos utilizan. Nada sorprende en los alemanes y, sin embargo, te ganan con un centro y un cabezazo. Ni los ingleses se les acercan en este sentido.

Lo único destacable es que hubo partido, que se igualó por abajo. Fueron más importantes las deficiencias de unos y las carencias de otro que cualquier otra cosa. Por ahí salió favorecido Irán, que se movió en su registro habitual: un equipo combativo, con una capacidad para el sacrificio que supera de largo su falta de recursos. En cualquier caso, siempre pareció una selección a punto de agrietarse. Sólo dependía de la contundencia rival. Cuando Bierhoff se elevó para conseguir el primer gol, su resistencia desapareció. Irán estaba preparado para desempeñarse en el empate y buscar la sorpresa en algún contragolpe o error alemán. Pero reconducir el encuentro tras el 1-0 era una quimera.

El problema del gol de Bierhoff es que confirma el aburrido discurso alemán. Si juegan mal, pero rematan los centros, ¿para qué preocuparse?. Es el delantero ideal para estas cuestiones. Su detente es formidable y su mecánica de remate intachable. Eso con la cabeza, por supuesto. Con los pies padece severas limitaciones, aunque su constancia en el área le procura dividendos.

El segundo gol correspondió a Klinsmann, que se resiste a desaparecer. Su caso es el típico de los jugadores que siente una obligación moral con una camiseta. En esta selección Klinsmann hace esfuerzos extraordinarios por rejuvenecer. Es un acto de voluntad que, de vez en cuando, encuentra alguna recompensa.

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