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Sombra de violencia

La irrupción de la violencia bestial está a punto de echar a perder el disfrute del Mundial de fútbol. Una fiesta deportiva está en trance de convertirse en un escenario de vándalos. Ya era malo que el espectro de los hooligans ingleses hubiera revivido. Pero ahora los desmanes de los gamberros alemanes nos recuerdan que esa forma del moderno vandalismo no se limita a Inglaterra. El que un policía francés se esté debatiendo entre la vida y la muerte muestra el desenfreno al que se ha entregado la horda. El canciller Kohl tiene razón al hablar de "una vergüenza para nuestro país", utilizando las mismas palabras que el primer ministro Blair cuando habló de los tumultos de Marsella. Sin embargo, las grandes palabras sólo expresan la impotencia frente a un fenómeno que ni siquiera puede evitarse con grandes despliegues policiales.

Es demasiado fácil tachar a los culpables de camorristas descerebrados que, alcoholizados, no saben lo que hacen. (...) Sin embargo, el domingo se trataba de hooligans, cabezas rapadas y, evidentemente, también neonazis, que perseguían sus fines calculando fríamente y empleando modernas técnicas de comunicación. (...) Los grandes acontecimientos como el Mundial de fútbol son los escenarios que suelen utilizar, en los que buscan destacar ante las cámaras de televisión. Cuando logran extender el miedo y el terror, su disfrute alcanza su punto culminante. (...)

23 de junio

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