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Juan Pablo II visita el bastión más conservador de la Iglesia austriaca

La temida visita a Sankt Polten, capital de la Baja Austria, situada a unos 60 kilómetros al oeste de Viena, diócesis del ultraconservador obispo Kurt Krenn, quedó convertida en un paseo modestamente triunfal para el papa Juan Pablo II, que ayer dedicó el grueso de sus discursos a la Unión Europea.

En el marco imponente del palacio de Hofburg, residencia histórica de los Habsburgo, el Pontífice lanzó por la mañana un nuevo alegato a favor de una Europa unida y global en la que estén presentes las culturas de Occidente y de Oriente, «los dos pulmones de Europa». Según Karol Wojtyla, esta nueva Europa debe afrontar el desafío de configurarse como un «espacio global de libertad, de justicia y de paz, que sustituya a la isla de bienestar occidental del Continente».En su discurso, el Papa hizo referencia también al sufrimiento infligido a los judíos en Europa, y recordó que la reconciliación con el pueblo del «que nació Jesús», forma parte de los deberes esenciales de los cristianos. En primera fila escuchaba atentamente Kurt Waldheim, ex presidente austriaco que perteneció a los nazis en su juventud.

Más tarde, en la Nunciatura de Viena, el Pontífice recibió el homenaje de 3.000 polacos antes de partir para Sankt Polten, donde le esperaba el primer baño de masas desde que llegó el viernes a Austria. No era ni remotamente una multitud comparable a la que ha recibido Juan Pablo II en otros países de Latinoamérica, África e incluso Europa. Y eso pese a que la presencia de fieles austriacos quedó reforzada por la de numerosísimos ciudadanos checos que cruzaron la frontera para escuchar al Papa. La anunciada protesta de sectores contrarios al ultraconservador obispo de Sankt Polten, Kurt Krenn, que habían amenazado con lanzar al aire 2.000 globos negros, quedó reducida a la expresada por medio centenar de personas.

Si los católicos austriacos esperaban ayer escuchar de labios del Papa alguna referencia al escándalo provocado por el cardenal en el exilio y ex arzobispo de Viena, Hans Hermann Groer, quedaron frustrados. Groer, sobre el que pesan graves acusaciones de pederastia, y cuyo caso, hecho público en 1995, ha convulsionado a la Iglesia autriaca, fue mencionado en cambio, por el obispo Krenn. «Os pido que receis por el enfermo cardenal Groer», dijo el titular de la diócesis de Sankt Polten .

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