Keith Richards asegura que «hay jóvenes mucho más viejos que los Rolling Stones»
Ver de cerca a los Rolling Stones es todo un espectáculo. En vísperas de su concierto de hoy en Milán, donde los Stones ponen en marcha la maquinaria del Bridges of Babylon concert tour, Mick Jagger cede protagonismo en beneficio de los otros miembros del grupo, el batería Charlie Watts y los guitarristas Ronnie Wood y Keith Richards, cofundador y verdadera alma de los Stones, que conversaron desordenadamente con EL PAÍS sobre su presente y su futuro. Diferentes entre sí hasta extremos insospechados, los Stones están seguros de una cosa: «Seguiremos actuando en el próximo milenio».
¿Qué demonios puede haber mantenido unidos a través de mil y un avatares humanos y profesionales a tipos tan diferentes? Ronnie Wood con una tupida pelambre oscura, despeinada e hirsuta, abriéndose paso por el hotel milanés con su permanente vaso de Guinness. Charlie Watts, el mayor de todos, con el porte de un elegante anciano, intentando a todo trance distanciarse de los stones -«Yo no me veo como uno de ellos, los stones son cosa de Keith y Mick»- y dándoselas de exquisito. Y Keith Richards, un mago de la guitarra que nunca se levanta antes de las siete de la tarde. «La mañana es la hora a la que me levanto, no depende de lo que marquen los relojes», apostilla riendo.Ronnie Wood vive en Dublín desde hace años, y hace gestos de disgusto cuando se le menciona Londres. «Gente dificilísima, los ingleses del sur no entienden nada, son unos estirados», dice de sus compatriotas. Ronnie, nacido en Londres como Mick y Keith, rozando todos los 55 años, insiste una y mil veces en que sigue tocando con los stones porque «es magnífico salir al escenario y ver cómo la gente joven que viene a oírnos tararea las canciones viejas - Satisfaction, Let's spend the night together - y las nuevas -Saint of me, Flip the switch o Out of control-. La verdad es que los rolling, los «chicos malos» de los sesenta y los setenta siempre han controlado sus vidas. Al menos el líder del grupo, Mick Jagger. «Sí, es posible que en el caso de Mick sea cierto», reconoce Richards. «Pero yo no voy a criticarle, es un viejo amigo. Llevo con él 35 años, y le he visto mucho más que a mi madre. Hay que comprender que es el cantante, el líder del grupo y es una posición difícil de manejar». Richards rechaza indignado las críticas que reciben habitualmente los Stones. «Dicen que somos viejos, que tocamos sólo por dinero. Bueno, que critiquen, nosotros no le obligamos a nadie a venir a nuestros conciertos. Tampoco sé que significa eso de que somos viejos. ¿Es que me tengo que pegar un tiro sólo porque tengo 55 años? Le digo una cosa, en Jamaica donde vivo, estoy rodeado de gente joven que es más vieja de carácter que yo. Nosotros nos mantenemos estupendos por la simple razón de que llevamos muchísimos años sin tener que decirle a nadie "sí, señor", le aseguro que eso rejuvenece», dice Richards.
Vivir en otro siglo
El único que ostensiblemente reconoce que está en el tour por los beneficios económicos es Charlie Watts. «Si no fuera por las giras no podría actuar en directo y, por lo tanto, no vería una libra», comenta, con la indiscreción de quien de entrada advierte que no le gusta la prensa, ni cree una palabra de lo que publican los periódicos. «La televisión me gusta todavía menos. Odio la tecnología. Lo moderno. Internet y el correo electrónico me espantan, por mi me quedaría en otro siglo». Charlie Watts vive en Devon, en el sur de Inglaterra. «Un sitio muy agradable poblado por gente muy reservada que nunca habla, ni molesta. Eso sí tienen todos las narices grandes». Cuando no está inmerso en una gira escucha jazz, sobre todo a Charlie Parker, uno de sus ídolos, y se dedica a adquirir piezas de arte. «No, no es cierto que sea un coleccionista de arte. No tengo dinero suficiente para serlo. Usted no se imagina lo carísimo que es eso. Además es una afición muy arriesgada». El protagonismo de Watts en los medios de comunicación es un hecho bastante nuevo. Durante mucho tiempo han sido Jagger o Keith Richards los únicos portavoces del grupo. «Pero Charlie lo hace fenomenal. Habla muy bien, es un verdadero talento», comenta Ronnie que viste una camisa de tela brillante dos tallas pequeña. «Ronnie Wood es un gran tipo, tiene un gran corazón, de su cerebro no me atrevería a decir lo mismo», comenta Keith. El rostro de Keith Richards presenta espectaculares, profundísimas arrugas, pero a la vista de la marcha que llevan las cosas en el star system, casi hay que agradecerle que se atreva a ser como es, sin estiramientos de cutis, sin pelos en la lengua. «La música es mi vida. A nadie le desagrada el dinero pero no estamos en la carretera por dinero. Jamás hacemos planes. Vivimos para el momento, para hacer posible estas mágicas dos horas de concierto. Llevamos un escenario doble, trabajan con nosotros más de 300 personas. Le aseguro que la gira de los Rolling Stones no es ninguna broma. Y seguiremos haciéndolas mientras funcionen, mientras la gente venga a escucharnos, mientras nos queden fuerzas».
Desafortunada caída
El grupo acaba de suspender los conciertos previstos en el Reino Unido donde desde el 17 de marzo pasado entró en vigor una nueva ley impositiva que les obligaría a pagar al fisco casi 12 millones de libras de impuestos. Pero Keith Richards, que se confiesa un inglés «global», no quiere hablar de dinero hoy, sino de música. Asegura admirar extraordinariamente a Andrés Segovia -"el mejor guitarrista del siglo", dice- bebe a sorbos lentos de un vaso con naranjada y algo más, y fuma incontables Marlboro. «Me encuentro estupendamente pese a la desgraciada caída que tuve en mi casa de Conneticut». Una caída tonta dice, cuando intentaba alcanzar un libro de la biblioteca. Ya se sabe que el amor por la cultura puede entrañar ciertos riesgos. La caída en cuestión ha obligado a los stones a suspender algunos de los conciertos y a posponer otros con el consiguiente desbarajuste. En España se suspendió el de Gijón, pero se han confirmado las fechas de los conciertos de Bilbao (18 de junio), Málaga (16 de julio), Vigo (18 de julio) y Barcelona (20 de julio).
Babelia
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