"Los argumentos de Cascos son falaces y pueriles"
"No sé lo que pasa. Lo único que he escuchado es un conjunto de vaguedades evanescentes. Y, por lo visto, eso es suficiente para crear la mayor crisis vivida por el Partido Popular en Asturias". Así opina Sergio Marqués, de 51 años, abogado, militante del PP -antes, desde 1976, de Alianza Popular- y presidente del Principado de Asturias desde julio de 1995.
Marqués afronta desde hace más de tres meses una pugna insólita con su propio partido y, en particular, con su antiguo amigo y actual secretario general, el vicepresidente primero del Gobierno, Francisco Álvarez Cascos. Pero no dimitirá de su cargo, según reitera. A Cascos le acusa de estar tomando decisiones sin haberle escuchado. También afirma que una comunidad autónoma no puede estar supeditada a la amistad o enemistad entre dos personas, pero se niega a referirse a su relación privada con él. Igualmente, desmiente de forma rotunda que esté dispuesto a crear otro partido o candidatura, al margen del PP, y pide que se restablezca de una vez por todas la racionalidad.
Pregunta. ¿Qué está ocurriendo?
Respuesta. En el plano institucional, un intento absolutamente inaceptable de la Administración central de inmiscuirse en una comunidad autónoma saltándose la Constitución [se refiere a la exigencia de Álvarez Cascos para que destituya a su consejero de Fomento, Juan José Tielve]. En cuanto al partido, no entiendo lo que está pasando.
P. ¿Ha sido usted indisciplinado con el PP?
R. Sigo esperando a que alguien me lo diga, dejando aparte las explicaciones pintorescas que se han querido dar. El partido reconoce que mi Gobierno ha cumplido más del 75% del programa electoral.
P. Se le acusa de "descoordinación".
R. Si se refieren a mi relación con los ayuntamientos, me remito al pronunciamiento que han hecho los alcaldes del PP en mi apoyo. En cuanto a mi relación con el Gobierno central, los ejemplos que puso Álvarez Cascos son tan falaces y pueriles que me bastaron 20 minutos para desmontarlos. El secretario de Estado de la Energía ha dicho en Asturias que la coordinación entre el Gobierno regional y el central es perfecta. Si mi descoordinación es con el partido, que me lo digan. Porque en 900 días que llevo gobernando están registradas, sólo en la sede del Gobierno, más de 300 reuniones mías con responsables del mismo.
P. ¿Se le ha pedido algo a lo que no haya accedido?
R. Que yo sepa, no. Jamás he accedido a cosas contrarias a los buenos usos y a la moral. Tal vez haya dicho que no a alguna cosa de este tipo, no lo sé; pero no tengo conciencia de haberme negado a cuestiones razonables. Si lo he hecho, por favor, que lo digan. Todos estamos esperando que digan qué he hecho mal o con quién no me he coordinado. Lo único que escucho es un conjunto de vaguedades evanescentes. Y, por lo visto, esto es suficiente para forjar la crisis más grave que jamás haya vivido el PP en España.
P. ¿Le han pedido que haga algo inmoral?
R. No, en absoluto. Sólo digo que, si me lo hubieran pedido, lo habría rechazado.
P. Dirigentes del PP le acusan en privado de llevarse mal con todo el mundo.
R. Esas cosas siempre son interpretables. Mi primer principio es la defensa de los intereses de Asturias. Y, en ese afán, es cierto que me he enfrentado allí donde creí que debía hacerlo. Porque entiendo que los intereses de la región están por encima de conceptos utilitarios. Hubo momentos de enfrentamiento, que luego se han corregido, y no ha pasado nada.
P. ¿Pero es usted un bronquista o no?
R. Desde luego que no. Pero esa acusación ya la utiliza desde hace mucho tiempo el PSOE y no hace falta que la copie mi propio partido. Pidamos al menos originalidad.
P. Cascos dijo que usted no informa al PP y que no conoce la sede del partido.
R. Estoy seguro de que a mí no se referirá. Porque, si dice eso de mí, empezaría a dudar de determinados equilibrios. Por mi condición de abogado, conozco bien el campo de las excusas, que es amplísimo. Pero sigo sin saber cuál es el origen de esta historia.
P. ¿No le ha pedido el partido ni tan siquiera un gesto al que usted se haya negado?
R. Le puedo asegurar que en estos tres años que llevo gobernando no hay ni una sola mención, en las actas de todos los comités y las juntas regionales y nacionales del PP, a ninguno de los supuestos problemas que ahora se exhiben. Y, como usted sabe, desde el pasado 28 de febrero no se me permite hablar en ningún acto público del partido. Cuando se quiera establecer una interlocución razonable, aquí estoy
P. ¿Todavía hay posibilidad de recomponer la situación?
R. Este problema tiene que recuperar la racionalidad. Necesariamente.
P. Pero desde el PP se dice que usted no atiende determinadas sugerencias.
R. Álvarez Cascos no me ha dicho jamás nada de todo esto. Ni a título oficial, ni a título particular, ni aun en virtud de esa amistad que reclama y que yo no le voy a negar. Jamás me ha dicho nada.
P. ¿Se le ha pedido de forma oficial que dimita?
R. Lo único que hay es el comunicado del último comité ejecutivo nacional. Y no puede ser más sorprendente porque se decidió en una reunión en cuyo orden del día no figuraba este asunto y sabiendo que yo no podía estar presente porque ese día estaba en Asturias el ministro de Sanidad [José Manuel Romay]. Soy abogado y jamás vi que se tome una decisión contra una persona sin escucharla antes.
P. ¿Va a responder a ese órgano del partido?
R. Las respuestas ya están dadas. Lo único que me gustaría es que el comité ejecutivo nacional me dé la oportunidad de explicar, con datos y pruebas, mi versión.
P. ¿Estamos ante un duelo de personalismos y de orgullos entre Cascos y usted?
R. Yo lo único que hago es defender la institución a la que represento de un acoso e injerencia desde el Gobierno central que no permite la Constitución. En cuanto al ámbito del partido, repito que no entiendo nada. Rechazo que la política y las instituciones tengan que verse condicionadas por que Fulano y Mengano sean más o menos amigos. No lo puedo aceptar ni mental ni moralmente.
P. ¿Su relación con Álvarez Cascos y la de sus respectivas esposas influye en la crisis?
R. Yo rechazo que cuestiones personales estén influyendo en ella. Las relaciones personales forman parte de la intimidad.
P. ¿Qué ha pasado con su consejero de Fomento para que Cascos exija su destitución?
R. Desde el Gobierno central se le vetó en actos oficiales, a los que asistía como representante institucional del Principado, mediante avisos que nos fueron transmitidos por la Delegación del Gobierno. El Principado pidió explicaciones oficiales sobre esa actitud y se nos dieron respuestas churriguerescas. Seguimos esperando una explicación. Mientras esa respuesta no se produzca, no tomaré ninguna decisión sobre el consejero.
P. ¿Confunde Álvarez Cascos los límites entre el PP y las instituciones que el partido gestiona?
R. No lo sé. Pero yo sí los conozco.
P. ¿Teme que le expulsen del PP?
R. No me planteo esa posibilidad. Si uno está convencido de tener la razón, no puede esperar ese resultado.
P. ¿Debería mediar José María Aznar?
R. No lo sé. El señor Aznar conoce sus funciones.
P. Pero usted le envió una carta...
R. Estoy esperando la decisión del señor Aznar para vernos o no.
P. Si se produjera una ruptura en el PP de Asturias, ¿concurriría usted a las próximas elecciones al margen del PP?
R. Rotunda y radicalmente, no. Absolutamente. Es una infamia que se ha dicho. No estoy pensando en eso en este momento.
P. ¿Qué salida tiene todo esto?
R. Recuperar la racionalidad. Hasta ahora, han sido irracionales las motivaciones, que nadie conoce, y la forma en que se ha desarrollado el asunto. Pero tienen que explicarme cuál es la causa de todo esto.
P. ¿Quiere el PP que se vaya?
R. No lo sé. Pero, si ése es el fin buscado, el camino elegido es otra irracionalidad. El PP sabe que yo no quiero hacer carrera política y que en ningún caso iba a estar más de ocho años en el cargo. Si ése era el problema, es para reírse durante un mes y no parar. Había caminos infinitamente más sencillos para lograrlo, pero hoy, desgraciadamente, se han convertido en intransitables.
P. ¿Va a dimitir?
R. En el momento actual, no veo razones para ello. Estoy cumpliendo el programa de mi partido, el PP, y la gestión es adecuada. Nadie me ha dado argumentos para dimitir.
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