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La agenda oculta

Joaquín Estefanía

La jornada laboral de 35 horas es una demanda mayoritaria que, bajo diferentes modalidades de aplicación, llega a los países de la UE un año después de que fuese anunciada por el primer ministro Lionel Jospin en Francia. Tiene a su favor la tendencia de reducir el tiempo de trabajo, que va con el viento de la historia, y la parte positiva de una duda: la de que puede ayudar a reducir el desempleo.Tal iniciativa ha tenido estos días dos concreciones en España: la primera, muy precisa, su aprobación parcial en el sector de las cajas de ahorros (a cambio de ampliar el horario en el 7% de las sucursales); la segunda, la presentación de una propuesta conjunta de Comisiones Obreras y la Unión General de Trabajadores para instrumentar la semana de 35 horas como fórmula de crear empleo.

Hace mes y medio visitó España, para participar en el Instituto de Empresa, el economista francés Daniel Cohen, asesor del presidente francés. Cohen tuvo un coloquio con el comité editorial del diario Expansión, que preside Carlos Solchaga, del que dio noticia dicho periódico económico ("Jospin también tiene su agenda oculta". Expansión del 23 de abril), en el que descubrió que la aplicación de las 35 horas en Francia dará lugar a una serie de contrapartidas sindicales, fundamentalmente la moderación salarial y la flexibilidad en el cómputo de la jornada laboral. "Hay que introducir", dijo Cohen, "moderación salarial, que debe traducirse en un crecimiento de los salarios reales lo más próximo posible a cero durante un periodo de unos ocho años. Además habrá que introducir flexibilidad en el cómputo de la jornada laboral; las horas de trabajo deberán contabilizarse anualmente, y no de forma mensual o semanal".

Poco tiempo antes, la ministra de Trabajo de Francia, Martine Aubry, factótum de la reducción del tiempo de trabajo, había explicado también en Madrid que tal medida podía ser aplicada por ley o mediante la negociación entre las patronales y los sindicatos: "No existen recetas universales. Dependerá de la correlación de fuerzas en la sociedad española. Nosotros lo hemos aplicado por ley, porque hubiéramos tardado 70 años en generalizar la medida de forma voluntaria en las empresas, y los jóvenes y la sociedad no pueden esperar 70 años".

Los sindicatos españoles han aprendido de la experiencia francesa. La propuesta presentada el pasado miércoles abandona, en primera instancia, la vía legal para la reducción de la jornada, que queda subordinada a una negociación previa con la CEOE. Su presidente, José María Cuevas, ha declarado: "La patronal está abierta a una negociación en el ámbito de la empresa y del sector para estudiar la reordenación de la jornada y su reducción". Los líderes de CCOO, Antonio Gutiérrez, y UGT, Cándido Méndez, entienden que los cambios legislativos sólo tienen que llegar después de un acuerdo, para que se aplique con carácter general (como sucedió en 1984 con la jornada de 40 horas semanales, que supuso la modificación del Estatuto de los Trabajadores).

Los sindicatos quieren una negociación global, que contemplaría asuntos tales como empleo, salarios, incentivos, cotizaciones, jornada, etcétera, con varias contrapartidas en el terreno de los principios, que necesitarán cuantificarse: una ordenación más flexible de la jornada, un largo periodo de moderación salarial o la bonificación de las cotizaciones a la Seguridad Social a las empresas que recorten la jornada para crear empleo. Según CC OO y UGT, los convenios colectivos del próximo año deberían recoger ya los pactos conseguidos para la reducción de la jornada de trabajo, incluyendo a la Administración.

La maduración del papel sindical tiene su ejemplo más significativo en el reconocimiento de que "la reducción del tiempo de trabajo no debe suponer un deterioro insostenible de los costes de las empresas, porque la pérdida de competitividad pondría en peligro la creación y mantenimiento del empleo". Una afirmación de este tipo hubiera sido poco menos que imposible hace escaso tiempo. El ministro de Trabajo, contrario a una aplicación generalizada de las 35 horas por ley, ha visto en la propuesta sindical un buen camino para proseguir el diálogo. Es un avance.

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