El Grupo de Contacto fija las condiciones que Milosevic debe cumplir para evitar el ataque
Esta maniobra, aunque use fuego real, se desarrollará sobre objetivos virtuales. Es sólo un anticipo para demostrar la credibilidad de la amenaza de intervención militar a gran escala sobre territorio serbio lanzada por la OTAN. Reunidos en Londres, los titulares de Exteriores del llamado Grupo de Contacto (Estados Unidos, Rusia, el Reino Unido, Francia, Alemania e Italia) no hicieron sino darle un barniz diplomático a la clara advertencia formulada el jueves en Bruselas por los 16 ministros de Defensa de la OTAN. El mensaje es muy claro: o Milosevic suspende total e inmediatamente su campaña de terror y de limpieza étnica en Kosovo o se deberá enfrentar a una contundente respuesta militar, similar a la que obligó a los radicales serbobosnios de Radovan Karadzic a aceptar la paz Dayton en diciembre de 1995. Fueron las consideraciones políticas, sobre todo el interés de no polemizar con los rusos, aliados tradicionales de los serbios y remisos a toda acción de fuerza, las que consiguieron rebajar el tono de la declaración final. El trabajo del Grupo de Contacto consistió, a grandes rasgos, en repetir pasadas advertencias. Pero esta vez hay una innovación. Los jefes de la diplomacia de las seis potencias aseguraron que se trata de «la última». No hay espacio para nuevas negociaciones ni tiras y aflojas a los que es tan aficionado el líder yugoslavo. En la práctica, los ministros abrieron un pequeño compás de espera con el fin de dar al presidente ruso, Borís Yeltsin, una oportunidad negociadora. Y demostrar que, en el caso de Serbia, Moscú puede ser persuasivo, aunque Yeltsin parece estar cada vez más impaciente con los serbios, ha convocado a Milosevic para una reunión de dos días a partir del lunes en Moscú. Esta gestión rusa tiene el precedente de otra similar en los días previos del bombardeo masivo sobre los radicales serbios de Bosnia-Herzegovina. «Saludamos la invitación del presidente Yeltsin al presidente Milosevic para el 16 de junio y subrayamos la importancia de que el presidente Milosevic aproveche las ventajas de esta reunión para anunciar que está avanzando de conformidad con los pasos que hemos delineado y se comprometa a cumplir en su totalidad», asegura textualmente una de partes de la declaración final. Y, con clásica prudencia diplomática, añade: «Si estos pasos no se adoptan lo antes posible va a haber movimiento hacia nuevas medidas para poner fin a la violencia y para proteger a la población civil, incluyendo medidas que puedan requerir de la autorización de una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU. Traducido a un lenguaje menos alambicado, esto significa lo siguiente: si Milosevic ignora el ultimátum y continúa matando y aterrorizando a los kosovares, los aviones de la OTAN destruirán sus instalaciones militares. La mención al Consejo de Seguridad de la ONU es una concesión a Moscú, pero ninguno de los otros cinco está dispuesto a ceder esa llave. La decisión última de atacar posiciones serbias se tomará en Washington y en Bruselas. El texto del Grupo de Contacto es claro sobre la gravedad de la situación al afirmar que el conflicto de Kosovo representa una «seria amenaza a la paz y seguridad de la región». Los ministros condenaron los violentos ataques serbios (llevados a cabo por la policía especial que cuenta con carros de combate y artillería pesada) que han causado centenares de muertos, y la evacuación forzosa de numerosos pueblos y aldeas. Las demandas formuladas ahora por el Grupo de Contacto, que tienen como referencia el duro lenguaje de la OTAN, se asemejan no obstante demasiado a las iniciativas adoptadas en abril, cuando también se puso énfasis en la necesidad de «acción inmediata». Con la única negativa de Moscú, el Grupo de Contacto, acordó dar una muestra inmediata de la seriedad de su disposición de castigar a Milosevic. Ayer confirmó el boicó contra la línea aérea de Belgrado y una nueva suspensión de inversiones contra la República Federal Yugoslava (RFY), así como la congelación de fondos yugoslavos en el exterior. «Milosevic comete un gran error si piensa que la comunidad internacional va a reacionar con la misma lentitud con la que actuó en el caso de Bosnia», dijo el ministro de Exteriores británico Robin Cook. «Milosevic es responsable por la violencia. Ya no puede actuar impunemente», agregó. La secretaria de Estado norteamericana, Madeleine Albright, reiteró que Washington prefiere alcanzar una solución diplomática del conflicto. Kosovo acaparó por completo la agenda de la reunión, eclipsando la crisis nuclear entre India y Pakistán, súbitamente desactivada gracias a promesas paquistaníes de suspender pruebas y declaraciones indias de buena voluntad para emprender un nuevo diálogo.
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