_
_
_
_
Reportaje:

Jospin, con el viento a favor

Ha pasado un año desde su nombramiento y la mayoría de los franceses cree que el primer ministro Lionel Jospin hace lo que dice y dice lo que hace. Su cuota de popularidad, siempre más alta que la del presidente Jacques Chirac, no se ha resentido prácticamente después de estos 12 meses de Gobierno de la izquierda plural. Es la suerte, proclama a coro estos días la oposición. Jospin ha tenido la inmensa fortuna de encontrarse con la expansión económica nada más llegar a Matignon, residencia oficial del primer ministro, sostienen fuentes de la oposición.Aunque el despegue económico -el que la derecha francesa no supo vislumbrar cuando precipitó las elecciones que la desalojaron del poder- explica, sin duda, buena parte del éxito, Jospin parece haberse ganado por derecho propio los galones de hombre de Estado.

Su modestia, natural, nada fingida, es un atributo que los ciudadanos valoran cuando va acompañada, como es el caso, de razonables dosis de eficacia, pragmatismo, ánimo de reforma y compromiso con la palabra dada.

La semana laboral de 35 horas, estandarte electoral de la izquierda, tiene ya el horizonte legalmente marcado, y la otra gran promesa, la creación de los 350.000 empleos juveniles en el sector público, está cumpliéndose al ritmo previsto. El paro, la obsesión nacional, origen de todos los males declarados -la violencia juvenil en los suburbios, la marginación de amplias capas de la población, el incremento de la xenofobia-, ha bajado por séptimo mes consecutivo hasta situarse por debajo del 12%.

La feliz combinación entre el crecimiento económico y la aplicación de los proyectos sociales comprometidos ha despertado la confianza a la mayoría de los ciudadanos, aunque es muy pronto todavía y está por ver si el estilo Jospin es capaz verdaderamente de rehabilitar a la política a ojos de la ciudadanía.

En todo caso, pese al incumplimiento de algunas de las promesas, particularmente la anunciada derogación de la anterior ley de inmigración, Jospin sigue estando al abrigo de la profunda crisis de representación popular, ante una derecha descompuesta, autotitulada en sus anuncios rompedores, como la más tonta del mundo.

A tenor de los sondeos, la gran mayoría de los franceses considera a Jospin voluntarioso (80%), fiel a sus convicciones (75%), animoso y con capacidad de hacerse respetar (75%), preocupado por el interés general (70%) y también realista (58%), dato importante este último si se tiene en cuenta el descrédito rotundo que el programa de Gobierno suscitaba en la derecha. Más aún: una mayoría de ciudadanos piensa que el líder de la izquierda gobierna de manera bien diferente a como lo hacían sus predecesores.

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

El problema para la derecha es que, al margen del juicio político que les merece la acción de Jospin, estas opiniones están bastante asentadas también en el electorado conservador. A expensas de la recuperación de la derecha, con una patronal más apaciguada y pese a la asimilación momentánea del movimiento de parados, los problemas de Jospin pueden llegar también de su campo.

La batalla conservadora contra las 35 horas ha reagrupado a la izquierda plural y atemperado esa tensión permanente con comunistas y verdes, pero la extrema izquierda obtuvo en las pasadas regionales el 5% de los votos.

Despertar las esperanzas políticas supone legitimar los deseos de todos aquellos grupos sociales que reclaman una parte del crecimiento económico. Quizá por eso, y por la versatilidad de la opinión pública, Jospin ha prohibido toda celebración oficial de su primer aniversario en el poder.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_