Policía en la Alameda

Hoy escribo aquí para volver a retomar el polémico incidente que tuvo lugar el pasado sábado, 28 de marzo, en la Alameda de Hércules. Con ánimo de aclarar posibles malinterpretaciones quiero destacar que mi protesta se debe a la injustificada conducta de la policía durante aquel suceso, ya que ésta es la cuestión y no otra. Es muy acertado no quedarse sólo con mi punto de vista, pero encuentro inadecuado tachar mi conducta de insolidaria e incívica. Valoraciones bastante precipitadas, cuando ni tan siquiera se han presenciado los hechos. En contra de lo que María Antonia Cuevas Leiva ha pretendido hacer ver, nada estaba más lejos de nuestra intención que molestar a los vecinos. El matiz está en que en ningún momento nos informaron sobre los posibles trastornos que el sonido de los instrumentos musicales pudiese estar ocasionando. Lo único que la policía se preocupó de esclarecer fue la contundencia de sus golpes y los efectos del gas tóxico. Todos sabemos que la tolerancia, protagonista ausente de nuestra sociedad, pasa por un respeto mutuo, en el que no encuentro cabida para la agresión física gratuita. Por lo que aceptar con normalidad, e incluso apoyar, actuaciones tan degradantes, dice muy poco de la escala de valores de una persona. Ante una intervención policial tan carente de sentido, me pregunto si no estaría desencadenada por motivos económicos en lugar de lo que se ha supuesto hasta ahora. Aunque si lo que pretenden es revalorizar el terreno de la Alameda, existen otras reformas que claman por su urgencia. Lamentaría que mis limitaciones no me permitiesen transmitir los acontecimientos fielmente, pero sería más fácil que compartiesen mi impotencia si por un momento imaginasen que la víctima de tales hostilidades hubiese sido alguien cercano a ustedes.- Laura León Morillo. Sevilla.