Naufragio italiano
ITALIA HA entrado en el euro, pero tendrá que llevar a cabo profundas reformas económicas para sobrevivir en la unión monetaria. En tales circunstancias, poco necesita una crisis política como la que podría resultar del eventual fracaso del intento de reformar su Constitución por consenso. Sería bien lamentable tal desacuerdo, porque esa reforma es necesaria. Si el método de la Comisión Bicameral (en la que estaban proporcionalmente representados diputados y senadores de todos los grupos políticos) no ha dado sus frutos -pese a los esfuerzos desplegados durante año y medio-, no hay por qué excluir la posibilidad de que, como se contempla en la actual Constitución, y parece ahora propugnar el Gobierno del Olivo, el Congreso y el Senado voten separadamente una transformación de la ley básica.El magnate transformado en político Silvio Berlusconi, la Liga Norte y Refundación Comunista (que apoya al Gobierno desde fuera) han hecho naufragar esta reforma. Pero también hay fisuras en el seno de la coalición del Polo -la derecha-, ya que la Fuerza Nacional, de Gianfranco Fini, parece propugnar una reforma por la misma vía que el Gobierno.
Con la nueva Constitución, que habría de suceder a la vigente desde 1948, Italia pretendía, entre otras medidas, avanzar hacia una estructura llamada federal, similar al sistema autonómico español, y que ya se había aprobado en la Comisión Bicameral. Asimismo, se proponía reformar a fondo el sistema judicial. Pero los problemas de Berlusconi con la justicia -el último, por una acusación de financiación ilegal del Partido Socialista- parecen haber interferido con estos propósitos, aunque la excusa oficial hayan sido los mayores poderes que propugnaba para el presidente de la República. Algunas interpretaciones atribuyen al líder del Polo la intención de provocar una crisis política para intentar, bajo su dirección, reconstituir un partido de centro que sacara a Italia de su actual sistema bipolarizado. Su propuesta de convocar elecciones para una Asamblea constituyente parece tener tal objetivo.
El Gobierno del Olivo ha quedado derrotado, y debilitado Massimo D'Alema, el líder del Partido Democrático de la Izquierda, máximo impulsor de este intento de reforma. Pero Prodi ya ha manifestado que no se verá arrastrado a una crisis política que Italia no se puede permitir en estos momentos. Ha de seguir buscando una nueva Constitución por otros caminos.
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