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CATÁSTROFE FERROVIARIA

Un puente aplastó varios vagones del tren alemán

El convoy chocó por causas aún no aclaradas cuando circulaba a 200 kilómetros por hora

Pilar Bonet

El peor accidente ferroviario en la historia de la República Federal Alemana ocurrió ayer sobre las 11 de la mañana en las inmediaciones de la estación de Eschede, un pueblecito del land de Baja Sajonia, cuando el tren de alta velocidad (el Intercity Express o ICE) número 884, que cubría el trayecto Múnich-Hamburgo descarriló a 200 kilómetros por hora y quedó convertido en una masa de hierros retorcidos, de la cual los equipos de salvamento estuvieron extrayendo febrilmente heridos y muertos durante todo el día. El balance a última hora de la tarde era de más de cien cadáveres y varios centenares de heridos, muchos de ellos graves. Los trabajos de rescate proseguían ayer por la noche.

La identificación de los muertos se veía complicada tanto por la violencia del choque, que separó personas de equipajes y ropas, como por la circunstancia de que los billetes de tren en Alemania no son personales y pueden utilizarse, sin reserva previa, durante un cierto periodo de tiempo.El ICE siniestrado, el primero que sufre un accidente grave desde que los trenes de alta velocidad comenzaron a funcionar en Alemania en 1991, tenía capacidad para 759 personas, pero no se sabía cuántas iban a bordo del ICE-884, ni si iban extranjeros en él.

Violento choque

La violenta colisión de vehículo y convoy habría provocado el derrumbamiento del puente, de acuerdo con esta primera versión, que era descartada anoche por Peter Münchschwander, representante de los Ferrocarriles Alemanes, porque el vehículo que efectivamente estaba sobre la vía del tren no había chocado con la locomotora, sino que se encontraba debajo del convoy. Así pues, aunque la relación temporal entre los elementos de la tragedia no estaba aclaradada, una vista aérea del lugar del siniestro mostraba que los vagones centrales del convoy se habían empotrado los unos con los otros, como un acordeón destrozado, y el puente, desplomado con todo su peso de cemento armado y hormigón, se había convertido en un terrible obstáculo para salvar a los heridos y sacar los cadáveres de dos de los vagones.Las hipótesis provisionales sobre las que oscilaban las interpretaciones del suceso dadas por testigos y funcionarios oficiales, que se abstenían de sacar conclusiones definitivas, eran varias. Según unos, el coche cayó del puente y provocó el descarrilamiento del tren y su choque con un pilar del puente a consecuencia del cual éste se habría derrumbado. Otra versión apunta a que el tren chocó con un pilar del puente y éste se derrumbó, y debido a la sacudida, el vehículo cayó sobre el convoy, provocando su descarrilamiento. Una tercera hipótesis señala que el tren al pasar cerca del puente provocó una succión en el aire que arrastró al coche en un remolino.

Con ayuda de dos grandes grúas, un contingente humano que superaba las 1.100 personas y que comprendía efectivos de los bomberos, la policía, el Ejército y las tropas guardafronteras trataban de rescatar a las víctimas. Las dos grúas resultaron insuficientes y por la tarde los responsables del salvamento anunciaron la llegada de una nueva grúa de 300 toneladas que pudiera alzar los enormes trozos del puente. Curiosamente, la locomotora del tren quedó intacta, ya que se desprendió del resto del convoy.

No obstante, las labores de rescate se estaban realizando anoche con gran lentitud, ya que los técnicos temen que cualquier movimiento brusco origine el derrumbamiento total del puente sobre los restos del tren y, en definitiva, acabe elevando la cifra de víctimas mortales.

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El maquinista, un testigo clave para reconstruir los hechos, estaba ligeramente herido y en estado de conmoción. Aparentemente, sólo había notado un pequeño tirón, tras el cual apretó el freno de alarma y sólo después constató que el resto del tren había desaparecido.

Cadáveres por doquier

Los primeros en encontrarse el terrible espectáculo que ofrecían los muertos y los heridos esparcidos por doquier y los equipajes reventados por la sacudida fueron los habitantes de la localidad de Eschede, que entraron en los vagones menos dañados y prestaron los primeros auxilios.Pasados unos diez o quince minutos después de la tragedia, según testigos presenciales, comenzaron a llegar los primeros helicópteros de salvamento y el resto de los equipos de rescate de víctimas.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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