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Valldigna

El presidente de la Generalitat, en comandita con los más destacados cargos públicos del PP, pretende hacer del monasterio de la Valldigna un Poblet valenciano, una suerte de referencia cultural, histórica y no sé si espiritual de esta tierra. Loable y voluntarioso propósito en el que no le faltará el apoyo y el entusiasmo, entre otros, de quienes a mediados de los setenta formábamos parte de la "Associació d"Amics de la Valldigna", entidad que se constituyó para sensibilizar a la sociedad ante el deterioro del monasterio y reclamar a los poderes públicos una intervención inmediata que impidiera la destrucción del cenobio por parte de sus propietarios. Hubo que esperar hasta 1984 a que Ciprià Ciscar y Antoni Asunción, por aquel entonces consejero de Educación y Cultura y presidente de la Diputación de Valencia, respectivamente, adquirieran la propiedad e iniciaran las primeras y tímidas tareas de rehabilitación. Desde entonces hasta que Eduardo Zaplana reivindicara de nuevo la Valldigna bien poco se hizo. Y ahora contemplamos un nuevo impulso trufado de una parafernalia institucional infrecuente por estos pagos. La cuestión es si todo ello servirá para hacer del monasterio ese símbolo de concordia y unidad entre los valencianos, como pretenden los promotores de la iniciativa. Difícil lo tienen. Todo el ringo-rango protocolario con el que se presentó L"Any de la Valldigna en la Generalitat se vino abajo ante la ausencia del valenciano como idioma oficial de la Comunidad. No es un tema menor como pretenden los populares. Los símbolos se construyen en torno a señas de identidad compartidas, y hasta en eso tenemos serios problemas los habitantes de esta tierra. Poblet, Montserrat, el Barça, son referentes clarísimos para cualquier catalán con independencia de su ideología. Cualquier paralelismo de la Valldigna con aquellos es un error, como ya lo fue el intentar convertir otro monasterio, el de El Puig, en un punto de encuentro del valencianismo. Aunque mucho peor sería que esta vindicación concluyera en una burda operación política a mayor gloria del PP.

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