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Reportaje:

Donald Trump vuelve a reinar en Manhattan

El magnate inmobiliario adquiere por 121.000 millones de pesetas el rascacielos de General Motors, junto a Central Park

El pasado otoño, Donald Trump invitó a un grupo de periodistas europeos residentes en EE UU a visitar su apartamento privado -700 metros cuadrados- en el piso 52º de la nueva torre de cristal y acero que acababa de inaugurar frente al neoyorquino Central Park. Trump era un hombre feliz: estaba otra vez en las alturas tras haber pagado sus alegrías financieras de los años ochenta cayendo en una sima de números rojos de 975 millones de dólares. Lo celebraba no sólo con la presentación de su nueva aportación al paisaje neoyorquino, sino con la publicación de un tercer libro que sólo podía llamarse como se llamaba: The art of the comeback (El arte del regreso).Pues bien, Trump acaba de poner sus manos en uno de los edificios más conocidos, mejor situados y más valiosos de Nueva York: el General Motors Building, una manzana entera de 50 pisos de altura situada en el rectángulo delimitado por la Quinta Avenida y Madison y las calles 58 y 59, a dos pasos de Central Park. Trump, según informó ayer The New York Times, ha pagado por ese colosal rascacielos 800 millones de dólares (unos 121.000 millones de pesetas). Pero el gran empresario inmobiliario de la ciudad más energética del planeta cree que vale ese precio. «Es un bien valiosísimo», declaró el sábado por la noche tras haber cerrado el trato. «Es probablemente la mayor propiedad inmobiliaria del planeta».

Trump ha tenido mucha competencia a la hora de hacerse con el General Motor Building, pero sólo él ha osado franquear la barrera de los 750 millones de dólares exigida por sus anteriores propietarios, Corporate Property Investors, una firma de Nueva York que posee decenas de centros comerciales a lo largo y ancho de EE UU. Trump, que está asociado en esta operación con una compañía de seguros de Indianápolis, ha desembolsado como señal la cantidad de 40 millones de dó lares (6.000 millones de pesetas).

Construido en 1968 por los arquitectos Edward Durell Stone y Emery Roth, el General Motor Building, de fachada de mármol blanco y metal, alberga los cuarteles generales en la Gran Manzana de la empresa automovilística que le da nombre y de las empresas de cosméticos Estee Lauder y Revlon. Otro ilustre inquilino -el edificio está alquilado en su 98%- es la tienda de juguetes F. A. O. Schwartz.

Trump ha anunciado que piensa doblar, triplicar e incluso cuadriplicar el precio de los alquileres cuando, en los próximos tres o cuatro años, vayan venciendo los contratos. Y añade que, si las empresas se van, tanto mejor. Hará apartamentos -Trump los vende ahora en Manhattan a precios que llegan a los 3,5 millones de dólares- y quizá hasta un hotel.

Pese a esa exhibición de arrogancia, el fracaso de sus aventuras financieras de los ochenta han hecho a Trump algo más humilde en este terreno. «Fue mi culpa», reconoció sin ambages en The art of the comeback. Sin embargo, el empresario, asociado en nuestros tiempos con las crisis y renacimientos de Nueva York, cree que no tiene nada que reprocharse por la espectacular ruptura de sus dos matrimonios, con Ivana y Marla. «Fue su culpa», escribió en el libro.

Ivana, según Trump, quería hablar mucho de trabajo, dinero y negocios, y no le daba respiro; Marla, por el contrario, aspiraba a convertirle en un gato doméstico. Pretendía que todos los días estuviera a las cinco de la tarde en casa. «Entre las actitudes de mis dos ex mujeres», dijo el pasado otoño a los periodistas que le visitaron en su nuevo apartamento frente a Central Park, «debe haber un feliz modelo intermedio, pero yo no he sido capaz de encontrarlo todavía. No obstante, sigo en ello», confesó.

El nuevo propietario del General Motors Building daba en el tercero de sus libros -un best-seller como los anteriores: Art of the deal y Surviving at the top- 10 consejos para triunfar en los negocios. El primero era «Juege al golf»; el último: «Firme siempre con sus prometidas un contrato prenupcial». En medio: «No trabaje demasiado».

El 26 de marzo de 1991, The Wall Street Journal y The New York Times publicaron en sus primeras páginas la noticia de los problemas financieros de Trump. Ese mismo día, Ivana le llamó por teléfono y le pidió los 10 millones de indemnización que habían pactado en su contrato prenupcial. Eso, según Trump, fue el comienzo de su regreso. «Encontré una nueva fuente de energías: la revancha, el ojo por ojo». Ahora Nueva York está de nuevo, literalmente, a sus pies.

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