Detalles a falta de acción
A falta de grandes explicaciones, de enfrentamientos abiertos entre los ilustres (el trazado de la segunda etapa de la Bicicleta Vasca no los favorecía), será preciso aferrarse a los pequeños detalles para adivinar el rumbo que la prueba puede tomar camino de su desenlace. Laurent Jalabert quiere ganar esta carrera. Lo dice y lo demuestra sobre la bicicleta con la actitud que le caracteriza: siempre colocado en cabeza, atento a cualquier corte, con chispa para destacar en las llegadas. Por su lado no caben las sorpresas: sigue siendo un competidor voraz, de febrero a septiembre, y aquí no dejará de serlo por mucha sombra que proyecte la proximidad del Tour. Santi Blanco tampoco se esconde. Hechizado por la carrera francesa, el bejarano necesita repetir las exhibiciones del año pasado (se impuso aquí en dos etapas) y esperar que la benevolencia de los organizadores del Tour conceda a su equipo la ansiada invitación. En cuanto al resto de los hombres Tour, trabajo de hormiguitas. Ullrich, el más enfocado, regresó ayer a la cabeza de los pelotones... diez meses después. Homenajes, agasajos, recepciones, comidas y descanso para el último vencedor del Tour, invitado ilustre de la retaguardia de todos los grupos, en todas las pruebas. Un paréntesis los suficientemente ancho como para olvidar una profesión; un paréntesis que ayer (por los menos de cara al público vasco) se cerró definitivamente. Ullrich se coló en una escapada tan breve como madrugadora, vigiló los movimientos en cabeza, trabajó para anular la fuga del día y, en realidad, no hizo otra cosa que acumular trabajo de calidad. Como un farmacéutico que añade ingredientes a su pócima hasta que ésta se revela plenamente eficaz. Ullrich seguirá probándose por estas carreteras, ajeno al resultado final de la prueba. También Olano, escondido durante toda la etapa, atento sin embargo cuando el ritmo del Telekom reventó al propio Telekom, y trece corredores (el líder de Banesto, Jalabert, Escartín y Zarrabeitia incluidos) se sorprendieron levemente escapados. Otro detalle. Entrenar en carrera En la búsqueda de la forma perfecta, una especie de Grial de localización incierta, resultó curioso comprobar los esfuerzos del escalador Escartín por colarse en una escapada: más trabajo fino. O a Riis, en plan trabajador. El danés sigue convencido de que nunca es tarde para ganar otro Tour y afirmaba ayer en la salida que su equipo presentará un liderato bicéfalo que sólo la carretera podrá decapitar. La galería de detalles se agotó en el kilómetro 35, justo cuando el pelotón consintió la escapada definitiva. Marco Milesi (28 años) y Fabio Roscioli (32) pusieron paz a un inicio de carrera desbocado. Su escapada tranquilizó los ánimos de un pelotón que, al igual que la víspera, se dedicó a sestear. Abandonados a sus fuerzas y a su capacidad administrativa, la pareja italiana ofreció un recital de pedaleo cómplice y eficaz. Detrás, los holandeses del TVM decidieron (después de asumir un lastre de nueve minutos) aplicar sus cálculos matemáticos sobre la pareja en fuga. Repasaron las cuentas a mitad de camino y comprobaron, acertadamente, que por mucho que se empeñaran ésta vez no frustrarían esfuerzos ajenos. Se retiraron de la escena, Telekom recogió la calculadora y el ONCE-Deutsche Bank le ayudó con las sumas y las restas. Sobraron 15 segundos que premiaron la fe del ganador, Marco Milesi. Y es que a cinco kilómetros de la raya, con todo a su favor para jugarse el triunfo, Roscioli dimitió. Lo suyo fue una huelga de cuádriceps y ni los gritos o los aspavientos desesperados de su hasta entonces cómplice lograron ablandarle. No relevaría más y, por él, el grupo podía cazarlos. Absurdo y enloquecedor. Ante semejante prueba de autodestrucción, Milesi estuvo a punto de caer en la trampa de la incomprensión. Pararse no era lo más lógico, pero parecía lo más indicado si no quería regalar el triunfo a Roscili después de 135 kilómetros de esfuerzo. Pudo su rabia. Cargó con su compañero como un peso muerto, su única opción de optar a la primera victoria en su trayectoria profesional, y esperó al sprint. Acertó, ganó, se vistió de líder y quizás entendió la actitud de Roscioli, más honesto de lo que pueda parecer. El del Asics colaboró hasta el límite de sus fuerzas y negándose a pasar sólo se concedió una opción de victoria. Legítimo. Hoy, primera prueba seria Si el sábado es el día señalado en todas las agendas (jornada de montaña por la mañana y contrarreloj vespertina de 15 kilómetros), la jornada de hoy debería menospreciar los detalles para ofrecer datos concretos. La ascensión al alto de San Asensio, un primera categoría situado a 18 kilómetros de meta, señalará las opciones reales. "Estar con los mejores será muy importante, porque el que no esté arriba mañana [por hoy] no estará para ganar", señalaba David Etxebarria. El de Abadiño sólo menciona el apellido de Jalabert a la hora de establecer una lista de candidatos. Ve demasiada prudencia a su alrededor, mucha expectación y poca acción.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.