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Reportaje:

Límites al neón

La adaptación de los luminosos al nuevo Plan General de Urbanismo de Madrid persigue acabar con la vulneración de las normas

Como el ondular de la llama que corona una vela encendida, también ellos invitan a la reflexión. Reflexión nocturna e íntima, pero en plena calle. Son los rótulos de neón, los mejores compañeros, comerciales, de la noche. Sus colores vivos o pálidos llaman desde las azoteas de la ciudad a todos cuantos quieren contemplarlos. Pronto, la permisividad de su instalación va a verse más limitada aún en el casco histórico, para adaptar su regulación legal, de 1993, al nuevo Plan General de Urbanismo. Nuevas restricciones de emplazamiento aguardan al neón. Además, la llegada del vinilo, del metacrilato, incluso del láser, amenaza poco a poco su existencia. Pero la eficacia artesanal del neón alumbrado aún invita al ensimismamiento de la noche de Madrid, aunque algunos de ellos tengan los días contados.Es el caso de la gran hucha y las monedas que coronan la antigua sede de la Caja Postal del paseo de Recoletos, 7, hoy puesta a la venta, a sólo un suspiro de la plaza de Cibeles. Todavía hoy, cinco décadas después de ser inaugurado allá arriba, a nueve plantas de altura, sigue atrayendo las miradas fascinadas de los que contemplan embelesados cómo unas monedas amarillas resbalan por un plano inclinado y se dejan engullir por la ranura de una gran hucha de perfil rojo.

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Son 16 arcos completos; incluyen porciones circulares de tamaño decreciente que se iluminan consecutivamente, hasta un medio círculo que, al apagarse, parece introducir las monedas en el cofre redondeado. Es un juego óptico.

Antonio Pablo, de 61 años, de la empresa Lumineón, fundada en Madrid en 1942, explica: "El delineante Manuel Tabullo, recientemente jubilado, fue quien la diseñó. La instalaron en el año 1947, si no me equivoco, y ha sido uno de los emblemas nocturnos de Madrid". Empero, la reciente puesta en venta del edificio de la Caja Postal puede desembocar en el desmontaje del luminoso. Contrariamente a lo que se cree, no goza de ningún tipo de protección oficial para perpetuarse allá arriba, según confirman en el departamento municipal de mobiliario urbano.

En plena Puerta del Sol languidece el único de los grandes rótulos supervivientes aún encaramado sobre la plaza: el anuncio de Tío Pepe Sol de Andalucía embotellado. Se trata de una botella con chaquetilla roja, tocada de un sombrero cordobés, también rojo, con una suerte de lentejuelas plateadas. Rafael Calvo, de 58 años, responsable del Departamento de Mobiliario Urbano, organismo que regula los espacios publicitarios de la ciudad, explica la permanencia de la gran botella: "Ese gran rótulo sufrió un proceso judicial cuya sentencia lo consideró parte de la plaza, por lo que fue conservado. Los otros anuncios, no".

La ordenanza que regula estos luminosos, de 1993, ha comenzado a ser reestudiada para conformarla con el recién estrenado Plan General de Urbanismo. Es rigurosa, muy atenta a las condiciones de seguridad y estéticas de los luminosos. "Es preciso un informe previo cualificado de parte de un arquitecto o ingeniero. No pueden exceder una superficie de un décimo de la altura del edificio donde sean exhibidos", explica Calvo.

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"Además, estas superficies publicitarias deberán ser construidas de tal forma que tanto de noche como de día se respete la estética de la finca sobre la que se emplacen, así como el entorno y la perspectiva desde la vía pública, con especial cuidado cuando no se encuentren iluminadas".

La superficie opaca del luminoso no puede exceder de la cuarta parte del perímetro total del reclamo publicitario. Habrán de ocupar la coronación de la última planta a distancia de 15 metros al menos de los huecos de ventanas habitadas. No podrán producir deslumbramientos, como es el caso del denominado Sacapuntas, una mole verde manzana situada sobre las Torres de Jerez, en la plaza de Colón, que alberga, entre otras cosas, tres kilómetros de tubos. Idóneos para la instalación de estos rótulos son la Gran Vía, la M-30, M-40 y el paseo de la Castellana, donde se han producido las principales innovaciones en cuanto a cromatismo y sincronización de los luminosos.

A decir de los técnicos del Departamento Municipal de Mobiliario Urbano, "la Castellana es también la zona de Madrid donde más alteraciones de la ordenanza municipal de 1993 se registran". Ponen como ejemplos: "Una entidad británica con una plataforma giratoria expresamente prohibida; una firma francesa que exhibe un rótulo de unos cincuenta metros de anchura, cuya altura respecto al edificio tampoco guarda la proporción de 1/10 exigida por la ordenanza reguladora. Ninguna de ellas ha solicitado aquí la preceptiva licencia", reconoce Rafael Calvo.

Su departamento no posee facultades sancionadoras ni de policía urbana. "Las concesiones son competencia de las juntas de distrito, de sus concejalías de obras", detalla. "Nosotros no podemos actuar más que si se trata de edificios de titularidad anónima, en los cuales tenemos capacidad para su desmontaje inmediato si vulneran la seguridad o la estética urbana". Según un cálculo atento a la ordenanza, uno de cada tres rótulos madrileños frisaría la ilegalidad.

Con la vigencia del nuevo Plan General de Ordenación Urbana, la ampliación de la protección de edificios singulares y la nueva tipología de zonas reducirán el espectro de las concesiones y corregirá los excesos.

Las firmas comerciales que de esta manera se anuncian, señala un publicitario, buscan que sus rótulos sean bien visibles incluso de día, por lo cual encargan su construcción con modelos opacos. Sin embargo, una opacidad desmesurada compromete la seguridad y la estética, según la normativa. El criterio regulador seguido es que alumbren por la noche y por el día no se vean.

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