«Hay que juzgar a Suharto»

Amien Rais, líder de la organización musulmana Muhammadiyah (Seguidores de Mahoma), con 28 millones de afiliados, se ha convertido en el gran líder de la crisis política indonesia. Los estudiantes que tomaron el Parlamento le aclamaban cuando acudía a arengarlos y su presencia eclipsaba la de otras personajes de la oposición. Los estudiantes pedían que se juzgue a Suharto y Rais está de acuerdo con ellos: «Debe ser castigado». Además, dice que el Islam no debe ser la base del Estado y que dentro de seis meses disputará la presidencia.Rais estaba anoche cansado. Está viviendo horas frenéticas. En la cafetería de la sede de la Muhammadiyah respondió a las preguntas de este diario. Hablaba con determinación y en la sala sus palabras resonaban como un eco que los pocos parroquianos allí presentes intentaban seguir. Nacido hace 54 años en Solo, en la isla de Java, hijo de padres maestros, Rais hizo estudios islámicos en la universidad cairota de Al Azhar y se doctoró en Ciencias Políticas por la Universidad de Chicago.

Pregunta. Su verbo inflamado y su liderazgo sobre 28 millones de musulmanes hacen a muchos pensar en Occidente que usted es un nuevo ayatolá.

Respuesta. No sé cuál va a ser mi papel en el futuro. Desde hace cinco años he estado luchando contra Suharto. El Corán dice que el poder absoluto corrompe absolutamente. Nuestro país es una república, no una monarquía. Suharto sufría el síndrome de Luis XIV: "L"État, c"est moi" (El Estado soy yo) . La gente quiere que ahora yo sea el líder de la oposición.

P. Indonesia es el primer país islámico del mundo, con más de 180 millones de fieles. ¿Debería ser una república islámica?

R. No creo en un Estado religioso. No quiero que el Islam sea la base del Estado. Nuestra ideología del Estado es la Pancasila. Es final e irrefutable (La Pancasila, recogida en la Constitución de 1945, es un conjunto de cinco principios: 1. Creer en un Dios supremo. 2. Justicia y civilidad entre los pueblos. 3. Unidad de Indonesia. 4. Democracia a través de la deliberación y el consenso. 5. Justicia social para todos). Indonesia es un país muy pluralista con cinco religiones, más de 200 etnias, más de 200 lenguas, más de 13.000 islas... La Pancasila acepta todas las religiones y etnias.

P. Usted ha dicho ser neutral ante el presidente Yusuf Habibie, pero los estudiantes le rechazan.

R. Habibie es nuestro presidente legítimo. Pero ni le apoyo ni me opongo. Veo al Gobierno como un equipo profesional de transición. Quiero que prepare una ley que permita la celebración dentro de seis meses de elecciones libres, secretas y democráticas para el Parlamento y para la presidencia. Hay que preparar el terreno para un sistema como el de Estados Unidos.

P. ¿Debe mantenerse la presión sobre Habibie?

R. Sí, hay que recordarle constantemente que su misión es convocar eleciones.

P. ¿Deben seguir los estudiantes con su protesta? R. Sí, a modo de advertencia. Y de vez en cuando deben manifestarse.

P. ¿Se ha reunido con él? R. Estuve con él varias horas el jueves por la tarde. Le hice notar tres puntos. Uno, que actúe con cautela, porque hay mucha gente vigilándole. Dos, que seré su sparring. Tres, que debe convocar elecciones en un plazo de seis meses.

P. Eso suena más a transición que a ruptura.

R. Yo estoy por la ruptura con el pasado, y Habibie es la continuidad. El camino son las elecciones y para entonces ya aparecerán caras nuevas.

P. ¿Habría que juzgar a Suharto?

R. Él y su familia deben recibir garantías de protección física. Pero eso no quiere decir que deba escapar a la ley. En 32 años ha acumulado una gran fortuna (a la familia se le atribuye una riqueza que oscila entre los 3,3 y los 6 billones de pesetas) y habrá que juzgar si lo ha hecho de forma legal o ilegal. Si sus billones no son legales, debe ser castigado. Aunque la gente podría aceptar verle libre si entrega su riqueza.

P. Usted no cuenta con las simpatías del Ejército, pero en Indonesia no se puede llegar a la presidencia sin su apoyo. ¿Cómo va a salvar este obstáculo?

R. El Ejército tiene ambición política, quiere conservar el poder. Tiene dirigentes con ambiciones, quizás el general Wiranto (jefe de las Fuerzas Armadas) u otros. Pero no hay problema en competir y que la gente juzgue.