_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Rimas

DE PASADA"Llegaron las Spices Girls,/ salieron a los balcones/ escoltando a Díaz Berbel,/ y todos pudimos ver/ tremolar cinco pendones". No lo afirmo yo sino el rimador aficionado, cuya identidad no me consta, que ha participado con fortuna en el concurso de quintillas satíricas que el Ayuntamiento de Granada convoca desde hace más de un siglo por fiestas mayores. El Ayuntamiento tolera, y premia -creo que con diez mil pesetas por poesía ordinaria- desde tiempo inmemorial la crítica versificada que, si durante los periodos de restricción de libertades es una muestra de la magnanimidad del tirano, en democracia no significa otra cosa que reducir los aspectos patéticos de la realidad a coplas cómicas. ¡Reír por no llorar, salvo que en estos tiempos primero nos condolemos y luego sonreímos! La rima le da un barniz amable, e incluso púdico y católico, a asuntos ciertamente graves: "Si sigue con las reformas/ y Europa impone sus normas/ para su propio deleite/ Dios me perdone las formas./ Ese Fischler pierde aceite". Uno se pregunta qué pinta Dios en el verso, pues ni siquiera ayuda a la rima, salvo para pedir disculpa por una frase turbia. En realidad, los políticos que citan las quintillas deben agradecer su aparición pues la rima dulcifica los disparates y suaviza las extravagancias. La única quintilla que de veras me ha hecho feliz no obtuvo ningún premio oficial. Yo formaba parte del jurado, con el poeta Javier Egea, y la celebramos tanto que propusimos regalar a su autor, en justa correspondencia, un montón de libros ya que no había posibilidad de una distinción en metálico. Describía perfectamente el esfuerzo denodado de un hombre común para construir una quintilla de metro canónico. El hombre había escrito con aparente facilidad el primer verso sin saber que estaba cavando su tumba como poeta: "Hay una plaza moderna". ¿Verdad que suena bien? Luego siguió: "Hay una plaza moderna/ que es una maravilla./ La plaza Americana/ le han puesto a esa placilla", escribió forzando el diminutivo. Pero el auténtico problema se planteó cuando descubrió que el verso inicial le había quedado suelto y difícil de rimar. Entonces apareció el genio y culminó: "Hay una plaza moderna/ que es una maravilla./ La plaza Americana/ le han puesto a esa placilla./ Te puedes sentar si te duele la pierna".

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_