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Un falso debate

¿Es razonable que las próximas elecciones municipales y autonómicas se planteen por el Partido Socialista en Madrid de manera diferente que en el resto de España?Éste es el primer interrogante al que el Partido Socialista tiene que dar respuesta. Desde una perspectiva política y electoral, ¿Madrid es en estos momentos una comunidad autónoma más o es una comunidad que requiere un trato diferenciado? No discriminatorio, sino diferenciado, es decir, explicable en términos objetivos y razonables.

Curiosamente, este interrogante es el único que no ha estado presente en el debate que ha generado la alianza electoral entre el PSOE y el Partido Democrático de la Nueva Izquierda, que sitúa a Cristina Almeida como candidata a la presidencia de la comunidad, obviándose de esta manera el procedimiento de las primarias.

Y sin dar respuesta a este interrogante, el debate no es un debate. Es un guirigay. Y un guirigay que, además, no puede no serlo, ya que quienes participan en el mismo hablan lenguajes distintos. Unos hablan de que quieren ir al cine y otros de que quieren ir al fútbol. Y así no hay forma de entenderse. Que la dirección socialista ha cometido un error en la redacción del reglamento de las primarias al no contemplar la posibilidad de pactos electorales con otros partidos y que tampoco ha acertado en el momento y en la forma en que ha dado a conocer el acuerdo alcanzado con el PDNI, es algo que salta a la vista. Pero no por ello el interrogante al que tiene que dar respuesta el PSOE deja de ser el que es. Trato diferenciado para Madrid ¿sí o no?

Y aquí la dirección socialista madrileña y la federal tienen argumentos importantes. Madrid, electoralmente hablando, es el "hecho diferencial" de España. El PSOE perdió las últimas elecciones generales por Madrid. En el resto de España el PSOE obtuvo 300.000 votos más que el Partido Popular. Perdió en Madrid por más de 600.000. Con la excepción de las elecciones de 1982, la diferencia entre el PP y el PSOE en Madrid ha sido en las últimas elecciones generales y autonómicas superior a la que tuvo el PSOE sobre el Partido Popular en toda España en los años de mayorías absolutas de 1986 y 1989. Madrid ha sido una catástrofe para el PSOE. Y no sólo en Madrid, sino en toda España. Sin Madrid, ni electoral ni, sobre todo, políticamente, habría perdido en todo el Estado.

¿Es razonable pensar que no se debe competir con el Partido Popular única y exclusivamente a partir del socialismo madrileño sino que se debe buscar una fórmula más amplia, más integradora? ¿Deben ser las primarias un dogma que impida que dicha fórmula pueda ser ensayada? Vistos los resultados de los años noventa, ¿hay legitimidad política en el interior del Partido Socialista para reclamar que el enfrentamiento con el PP deba producirse únicamente a partir de los militantes socialistas madrileños? ¿Hay legitimidad para denunciar a la dirección porque intente ensayar una fórmula distinta? ¿No está más bien cumpliendo con su obligación?

Los ciudadanos en general y los que se sitúan en la izquierda en particular podrían entender que se hiciera una crítica del contenido del pacto. Se podría entender que se argumentara que Cristina Almeida no es la persona adecuada para competir con Ruiz Gallardón. Una crítica en términos sustantivos podría dar lugar a un debate. Pero una crítica en términos exclusivamente formales, convirtiendo las primarias en un dogma y acusando a la dirección del delito de lesa democracia, no conduce nada más que al jaleo por el jaleo. Espero que no sea eso lo que se pretenda.

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