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Las grandes potencias económicas temen que las crisis de India e Indonesia desestabilicen toda Asia

Los líderes de las grandes potencias industrializadas acudieron a su reunión anual, conocida con el nombre del Grupo de los Ocho (G-8) desde la inclusión de Rusia, para analizar la recuperación económica de Asia. Pero las pruebas nucleares de India, y los graves disturbios de Indonesia sobre todo, les han obligado a cambiar la agenda. Ahora se trata de evitar que la crisis se ahonde y arrastre a los países asiáticos, que empezaban a salir a flote. El G-8 hizo un llamamiento en el que pidió a Yakarta que abra un diálogo y adopte, si es necesario, reformas políticas.

La cumbre anual del Grupo de los Siete, llamado G-8 desde la inclusión de Rusia con estatus especial, se inició ayer por la tarde en esta ciudad del centro de Inglaterra con la participación de los jefes de Estado o de Gobierno de Estados Unidos, Japón, Francia, Alemania, Reino Unido, Italia, Canadá y de Rusia.El presidente estadounidense, Bill Clinton, no esperó demasiado para marcar la línea que posiblemente seguirá la cumbre. Ayer realizó un llamamiento «al Gobierno indonesio para que inicie rápidamente un diálogo (con la oposición y los estudiantes) sobre la reforma». Los demás países secundaron su opinión y en un comunicado conjunto pidieron al Gobierno indonesio que mantenga la mayor calma posible y no utilice la fuerza de forma desmedida. El G-8 también pidió a la población que exprese sus puntos de vista de manera pacífica para evitar una escalada de violencia. .

Clinton rehusó pronunciarse sobre si el presidente Suharto, que lleva 32 años en el poder, debe dimitir para facilitar una salida pacífica. «Es una pregunta a la que debe contestar el pueblo indonesio», respondió Clinton. A su lado, el presidente francés, Jacques Chirac, recalcó que todos esperaban que la «solución sea pacífica». Washington canceló hace unos días un ejercicio militar conjunto con Yakarta, pero fue, sobre todo, para no dar pie a las críticas de los adversarios de Suharto.

Responsabilidad occidental

También se esforzó Clinton por rechazar cualquier responsabilidad occidental en las penurias que padecen los indonesios, que son, en parte, el origen de estos disturbios. La población achaca las fuertes subidas de precios a las condiciones impuestas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) para conceder créditos a Yakarta y sanear su maltrecha economía.«El FMI ha modificado sus planes en un par de ocasiones para intentar compaginar la reforma con unos perjuicios mínimos para el hombre de la calle en Indonesia», afirmó el presidente norteamericano. Los diplomáticos que integran los séquitos que acompañan a los líderes son, en sus pronunciamientos, algo menos cautos que sus jefes. Todos están convencidos de que la permanencia de Suharto en el poder es un obstáculo que impide no sólo una salida política, sino una mejora de la economía de Indonesia, que, como los demás países de la zona, empezó a ser golpeada por la crisis a mediados del año pasado. Fue el que más devaluó su moneda de todos: un 75%.

Ayer, las transacciones sobre la rupia indonesia fueron suspendidas y la mayoría de las divisas asiáticas, el baht tailandés, el peso filipino, el dólar de Taiwan, el won surcoreano y hasta el dólar australiano retrocedieron frente al dólar estaounidense. «El fenómeno es revelador de hasta qué punto la sacudida indonesia puede arrastrar a sus vecinos», comentó un miembro de una delegación.

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Algunos países del área empezaban tímidamente a levantar cabeza. Parecían enderezar sus economías Corea del Sur, Filipinas y Tailandia y, en menor medida, Malaisia, mientras Indonesia, con 200 millones de habitantes, seguía siendo el gran enfermo económico de la región. «Tememos que contagie a los que están aún convalecientes», añadió el mismo portavoz.

Otro tema tratado ayer por los líderes reunidos en Birminghan fue la mediación internacional en el conflicto de Kosovo. El G-8 defendió la labor de Felipe González como mediador internacional y mandó una advertencia al líder serbio Slobodan Milosevic. «Si Belgrado fracasa en avanzar y no se pone en marcha un genuino proceso político, se profundizará su aislamiento», señaló un comunicado. Los países más industrializados del mundo dejaron claro que una solución satisfactoria para Kosovo pasa obligatoriamente por «la paz y el bienestar de la población de la región».

El G-8 instó a la celebración de unas elecciones libres y justas y señaló que «las elecciones deben responder a los estándares democráticos», además de advertir que los resultados de las urnas deben ser respetados «por todos».

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