La paz del campo
El pasado lunes 4 de mayo se publicó en esta sección una carta de Pilar Fernández Sierra en la que tildaba de desaprensivos a los motoristas que practican el todoterreno. Les acusaba de cometer graves actos vandálicos, tales como destruir «la paz del campo» o poner en peligro a especies animales protegidas.Como motorista y amante de la naturaleza, me gustaría ejercer mi turno de réplica ante acusaciones tan serias. En primer lugar, quiero dejar bien claro que los planteamientos de Fernández Sierra y de muchos ecologistas son erróneos desde su raíz. La paz del campo no ha existido nunca. El mito de la Arcadia era viejo incluso para los escritores renacentistas que lo popularizaron. Seamos realistas y prescindamos pues de topicazos pastoriles más que caducos.
Por lo que respecta al acoso de la fauna, cualquier persona dotada de sentido común sabe que una moto no es un arma. ¿De verdad alguien se puede imaginar a un motorista intentando atropellar a un oso, o persiguiendo a una manada de lobos? Lo cierto es que precisamente algunos de los animales más emblemáticos de la fauna ibérica han propiciado el nombre de motocicletas clásicas porque tanto los fabricantes como los usuarios de esas máquinas han sentido siempre fascinación y respeto por la naturaleza salvaje que esos animales representan.
En fin, antaño Franco tenía sus cotos; ahora una nueva minoría de intolerantes, públicamente correctos, eso sí, pretenden adueñarse del campo. Es triste, porque hay sitio para todos, se lo aseguro.- .
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