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Sin pistas de la policía

La comisaría móvil de la Alameda de Osuna deja el barrio porque no tiene sitio para aparcar

Vicente G. Olaya

Los vecinos de la Alameda de Osuna (barrio de Madrid con unos 40.000 residentes) llevan días buscando sin éxito la única comisaría que existía en la zona. Se trataba de un furgón policial acondicionado para servir de oficina de denuncias. Javier Aizcorbe, residente de este barrio, se encontraba ayer en las inmediaciones de la plaza del Navío, glorieta donde siempre aparcaba el vehículo policial, para interponer una denuncia por robo. "Le he preguntado a los taxistas que paran en la plaza dónde está la comisaría, pero nadie sabe darme razón. Uno me ha comentado que la ha visto por Barajas [barrio separado tres kilómetros de la Alameda]. Para una vez que la necesito, va y desaparece".Y es que la Jefatura Superior de Policía ha decidido llevarse, sin previo aviso, el vehículo a Barajas. La policía argumenta que ha cambiado de ubicación la comisaría móvil porque no sabe dónde aparcarla. "Tuvimos que retirar el vehículo unos días porque sufría una avería. Cuando lo reparamos, nos encontramos que alguien se había llevado las señales que nos reservaban cinco metros de acera. Sin esas señales no podemos aparcar".

El vehículo policial comenzó a prestar servicio en febrero de 1995 entre la alegría de un vecindario que denunciaba desde hacía años un incremento importante de la delincuencia. Los residentes se quejaban de que la comisaría más cercana a la Alameda -la de Chamartín- se encuentra en la calle de Pío XII, a más de 12 kilómetros de distancia. De todas formas, aunque existe otra más próxima -la del aeropuerto-, sus agentes no atienden las quejas de los vecinos, ya que están dedicados plenamente a atender la seguridad del aeródromo.

A consecuencia de esta situación, vecinos, Delegación de Gobierno y Ayuntamiento acordaron ubicar en el barrio la oficina policial ahora desaparecida. Se trataba de un furgón que permanecía abierto de lunes a viernes, entre las nueve de la mañana y las dos de la tarde. Estaba atendido por dos agentes y contaba con una mesa, tres sillas, un servicio, un armario y una cabina de conducción. Los agentes mantenían contacto por radio con la comisaría de Chamartín y atendían unas cinco denuncias diarias.

Este periódico intento, sin éxito, contactar ayer con el concejal de Barajas, Jorge Barbadillo, para que explicase la desaparición de las las placas de aparcamiento. No obstante, desde su concejalía se avanzó que el edil estaba "muy contento" porque la Comunidad le había anunciado que la línea 5 de metro se iba a prolongar hasta la Alameda. Esta barriada, además de pedir una comisaría, lleva años reclamando una estación de metro que se resiste a ser una realidad.

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Sobre la firma

Vicente G. Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.

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