«El fracaso escolar se ha enquistado en Europa tras años de mejora»
La batalla europea contra el fracaso escolar ha cosechado un éxito relativo. Durante años, todos los países comunitarios han logrado reducir considerablemente el número de alumnos que abandonan las aulas sin la titulación mínima. Pero ese avance se ha frenado en el último decenio porque la artillería educativa no ha conseguido vencer la resistencia de un 15% del alumnado al que no le sirve lo hecho hasta ahora.Ésta es una de las conclusiones del estudio Las reformas en los dispositivos de formación contra el fracaso escolar y social en Europa, realizado con financiación del programa Sócrates por investigadores de 13 países comunitarios (todos salvo Luxemburgo e Irlanda) dirigidos por los profesores de la Universidad Autónoma de Barcelona Joaquim Casal, Maribel García y Jordi Planas. Planas presentó los resultados del trabajo en unas jornadas sobre fracaso escolar organizadas, el pasado sábado en Madrid, por el Movimiento por la Calidad de la Educación.
Pregunta. ¿Cambia mucho la situación de un país a otro?
Respuesta. Nosotros en el estudio no hacemos comparaciones cuantitativas, porque serían falsas, ya que cada país refleja el problema en sus estadísticas educativas de una forma diferente. Lo que sí hemos comprobado es que las tendencias son bastante comunes en el periodo que hemos estudiado, que va de 1985 a 1995.
P. Una evolución que refleja una batalla ganada a medias.
R. Sí. En Europa, el fracaso escolar es un problema que se ha enquistado después de años de mejora. Ha disminuido, pero ese 15% del alumnado que lo sigue sufriendo lo tiene peor que antes.
P. ¿Por qué peor?
R. Porque cuanto menor y más aislado es el fracaso escolar mayor es el estigma social de quienes lo sufren. Cada vez más tiende a ser una señal de que en el entorno a ese chaval existen otros problemas. Hoy, un chico que no consigue la capacitación básica está menos formado que la mayor parte de los jóvenes de su generación, y encima se enfrenta a un mercado laboral más exigente.
P. ¿Significa eso que los estudiantes con fracaso escolar proceden cada vez más de ambientes marginados?
R. No siempre, pero en una sociedad en la que las oportunidades de estudiar formalmente existen, el no haber sabido utilizarlas es un indicador de problemas sociales, porque no estamos hablando de discapacidades. El fracaso afecta en mayor medida a las minorías étnicas o a hijos de familias con bajo nivel de estudios.
P. ¿Qué respuestas dan los países europeos?
R. En general se intenta recuperar a estos alumnos a través de lo que se llaman programas de segunda oportunidad, similares a los españoles de garantía social, que se desarrollan, una vez que el chaval ha dejado la escuela, y fuera de su programación normal, a menudo con la implicación de talleres de asociaciones o municipios, etc.
P. ¿Es una alternativa adecuada?
R. No, porque indirectamente supone un abandono de la lucha contra el fracaso escolar dentro del colegio, situando la solución fuera de él. Parece como si se aceptara ese 15% de fracaso como algo para lo que el sistema educativo no tiene solución.
P. ¿La tiene?
R. Me niego a creer que no haya solución cuando no se abordan una serie de cuestiones básicas. Por ejemplo, ¿por qué se espera hasta esa segunda oportunidad para proponer formas de aprendizaje más pegadas a la realidad del alumno y no se hace durante la escolarización obligatoria? También sería conveniente reflexionar sobre los contenidos básicos que debe tener la enseñanza. ¿Saber lengua es conocer el pretérito anterior perifrástico o poder desenvolverse en una emisora de radio? Me viene a la cabeza el caso de una estudiante que se consideraba una fracasada escolar y que era una especialista en volcanes con la información que obtenía en la red Internet y en las bibliotecas. ¿Esa chica no era apta para aprender o es que quizá hay que buscar otras formas de enseñar?
P. Pero la garantía social puede servir para ofrecer una capacitación laboral.
R. Su éxito es bajísimo a nivel global, pero eso no significa que no haya algunos resultados positivos. En ella se pretende que, en unos pocos años, instituciones poco consolidadas, con recursos escasos y con profesionales jóvenes y mal pagados resuelvan lo que la escuela no ha conseguido en 10 años. Además, sus títulos no equivalen a los de la Formación Profesional. Existen indicios de que, en el mercado de trabajo, el paso por este tipo de programas puede ser incluso negativo de cara al empleo. Hay una tesis doctoral de la Universidad de Aix-en-Provence (Francia) en la que se refleja que un fracasado escolar tiene más posibilidades de empleo si no pasa por estos programas de garantía social que si accede a ellos. No hay que olvidar que se trata de planes formativos especiales para quien no ha salido bien parado de la escuela. Y eso estigmatiza.
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