El Banco Europeo aporta 18.000 millones para cerrar Chernóbil
Ucrania exige mucho más dinero al G-7 para la central
El Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo (BERD) entregó ayer a Ucrania 120 millones de dólares (18.000 millones de pesetas) para cerrar la central nuclear de Chernóbil. Pero el presidente ucranio, Leonid Kuchma, insistió en que el G-7 -los países más industrializados- deben completar la cifra prevista para costear la operación: un total de 750 millones de dólares (525.000 millones de pesetas). Doce años después del pavoroso accidente, la central sigue siendo una bomba de relojería.
Pero todo parece reducirse a un problema de dinero. Ayer, el Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo (BERD) -que celebra su asamblea precisamente en Kiev- firmó con el Gobierno ucranio un acuerdo para entregar 120 millones de dólares para ayudar a cerrar la central y para las reparaciones más urgentes en el sarcófago que cubre el reactor siniestrado el 26 de abril de 1986. A Kuchma le parece poco.Los dirigentes de Ucrania juegan con fuego, pero sobre seguro. Saben que Chernóbil es un problema planetario y que Occidente no puede permitirse correr el riesgo de que el sarcófago se hunda o se agriete y el veneno atómico que ahora sepulta salte a la atmósfera. Por eso, están decididos a que Occidente, básicamente a través del BERD, que administra la ayuda a Kiev del G-7, pague hasta el último dólar.
Ucrania no sólo exige 750 millones de dólares para garantizar la seguridad de la cubierta de hierro y cemento con la que se sepultó el reactor asesino. También reclama fondos para reparar las grietas del reactor número 3, aún operativo, y para construir otras dos centrales que compensen el cierre de Chernóbil.
Resistencia como baza
Pero la resistencia a la clausura, a la que Ucrania está teóricamente comprometida, sigue siendo una de las principales bazas. El pasado abril, se decidió reabrir -para el 5 de mayo- el reactor número 3, tras diez meses de paro, aunque luego se postergó hasta el día 18, es decir, después de la asamblea del BERD, en la que se esperan nuevas ayudas.Kuchma trazó ayer un negro panorama ante sus huéspedes. «El peligro que supone el sarcófago no sólo es real», señaló, «sino que se incrementa cada año. Necesitamos ayuda para un sistema ecológicamente seguro». Y aseguró que el accidente de 1986 supuso unas pérdidas equivalentes a los ingresos presupuestarios del país en seis años. No dijo nada, aunque es sobradamente conocido, de las miles de vidas que la explosión se ha cobrado desde entonces, sobre todo en Ucrania y Bielorrusia, cuya frontera se halla a escasos kilómetros de Chernóbil.
Charles Frank, presidente en funciones del BERD, casi le dio la razón. «Si no recaudamos los fondos necesarios», afirmó, «las consecuencias para el mundo serán difíciles de imaginar». Con el dinero disponible hasta ahora se reforzarán los puntos débiles del sarcófago para evitar su hundimiento, un peligro que denunció el director de Chernóbil, Serguéi Parashin, antes de ser destituido a finales de abril. Era un declarado defensor de la reapertura de la central para presionar a Occidente.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.